Del frágil laberinto
Como la lluvia tercamente se detiene en el
río
-minuciosa, veloz, hecha de mil pronombres-
los mundos atraviesan la sorpresiva fecha,
y dejan como estela, como ruinosa huella,
los instintos del polvo.
En la serena fuga de la tarde
miro alzarse las horas como llamas o
mástiles,
el sol como un gran toro luminoso y
desértico
al que el viento circunda,
leve materia de alas que en su vuelo se
apaga.
Así, los vastos, frágiles, laberintos del
aire
dulcemente se inundan del ruido y el amor,
de un eco que propaga sus cautivos
silencios.
Es el cercado reino que instauro los
secretos
de su nombre y su dádiva.
En la ribera de mirarla, digo:
sobre dormidas hojas y entre escollos
floridos
ven a la dócil costa donde el mar va
naciendo,
al cantil de la brisa, a este jardín de
arena,
al desierto marino
donde la ola termina su condición de oveja
y el alba se corona
con los blandos rumores de la luz y la
espuma.
Lento, el mar pastorea
el litoral, las islas.
Mientras el día se incendia
va creando su linaje -emblemas, luces,
rostros-
profanación de espejos.
Su resplandor mitiga esta hora que se
inmensa,
este rito de instantes que en su oquedad se
pierden,
tal humo que deshace su momentánea hiedra.
Éste es uno de los poemas de José Emilio
Pacheco incluido en este poemario que este mes cumple 51 años de haber sido
editado por primera vez. Su lectura nos permite mirar, a más de medio siglo de distancia,
la creación literaria que realizó y que continúa realizando este gran poeta
Título: Los elementos de la noche
Autor: José Emilio Pacheco
Editorial: Universidad Nacional Autónoma de
México
Edición: Primera, enero de 1963.
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