Obra de Daniel Cruz |
Texto de presentación de la
exposición colectiva Guerra, guerra
inaugurada hoy en el café -bar Los Libres
-Los Libres 606, Oaxaca de Juárez-
¡Guerra,
guerra! En el monte, en el valle.. …en las olas de sangre empapad…
Grupos de seres humanos se han
enfrentado en guerras en casi todos los lugares del mundo. ¿Es por ello la
guerra una más de las actividades humanas de las que como especie no podemos
prescindir?
En el orden del mundo al inicio del
siglo XXI continúa un solo país, seguido de otros pocos, en la instigación de
la guerra. La guerra es el gran negocio militar e industrial de los Estados
Unidos. Los poseedores de esa maquinaria de producción son los que dominan en
las decisiones del gobierno de ese país. Y así, vendiendo su mercancía de
guerra pretenden seguir siendo los gendarmes del mundo.
Así se mata. Muertos, regalo para una
madre es una de las obras de esta
exposición. América, toda, es un continente rojo de sangre. Así ha sido América
desde hace más de cinco siglos. Varios de los países de América del Sur
vivieron bajo guerras internas en las últimas décadas del siglo XX. Esas
guerras tuvieron el patrocinio de los EE UU. El objetivo: mantener el dominio
en el continente. Algunos países se liberaron temporalmente de ese dominio
mediante guerras.
Al sur del río Bravo y al norte del río
Suchiate, esa maquinaria del Norte mantiene una guerra, con el apoyo
incondicional del gobierno, del anterior y el actual. El pretexto es el combate
a las organizaciones de tráfico de enervantes. El saldo con el anterior
gobierno rebasó los 70 mil muertos. Con el actual gobierno las cifras no
disminuyen. Cuerpos tirados en las calles, amontonados al pie de un monumento,
colgados de un puente o decapitados, así han quedado los muertos de esta
guerra. ¿Qué sucede con el dinero de esas bandas? ¿cómo fluye por el complejo
bancario? ¿por qué no se siguen las rutas de ese dinero? ¿acaso mantener el
estado de guerra es parte de la estrategia de dominio?
Y en las cercanías de este Valle, los
habitantes de un pueblo se enfrentan con los del pueblo vecino, con armas
cortas, largas y machetes. Hay sangre derramada, hogares enlutados, niños
huérfanos y mujeres, tal vez también hombres, en la viudez prematura. Y la
pequeña guerra sigue latente porque no se resuelve de manera definitiva el
problema de límites entre pueblos. La posesión de la tierra se sigue
disputando.
¿Qué tanto estamos cultivando las
guerras del futuro al entregar a los niños armas de juguete, de plástico o en
vídeo juegos?
Las guerras lejanas, las que vemos por
televisión o en los portales de Internet, nos vacunan en la indiferencia. Los
niños muertos o mutilados de la Franja de Gaza están tan lejos y no nos
interesan. Y así, como humanidad vamos perdiendo la solidaridad que debiera
haber entre todos los pueblos de la tierra.
La intervención del retrato de Gandhi
que se muestra en esta exposición nos muestra la distorsión que la televisión
hace de los valores universales. El máximo héroe de la paz en el mundo es
convertido en una estrella más del espectáculo. El dinero pretende dominarlo
todo en beneficio de pocos.
Y el camino para terminar con la guerra
es tan cercano a nosotros y tan sencillo: El
respeto al derecho ajeno es la paz.
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