Después de las largas, intensas e
interminables jornadas de lucha, la vida del General Simón Bolívar llega a su
ocaso y fin. El libertador de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela llega
a la senectud y la vive intensamente. Es la historia novelada que nos narra
Gabriel García Márquez, iniciando en Santa Fe y concluyendo en Santa Marta,
surcando el río Magdalena en el año de 1830.
Fluyen los recuerdos de batallas largas e
intensas. Fluye al agua en el río por el que va surcando la embarcación en la
que va el General. Fluyen los sueños, los anhelos. Fluye la vida.
Entre los recuerdos de batallas, alianzas y
traiciones, también fluyen los recuerdos de las mujeres que alguna vez tuvieron
relación con el General. Fluyen relaciones intensas, repentinas, instantáneas y
pocas duraderas.
En la guardia que lo acompaña también va
Agustín de Iturbide, como uno de sus edecanes. El mismo que fue depuesto como
emperador de México al inicio de su independencia.
Las fiebres, la tos, el insomnio, la fatiga
intensa. La vida que se acaba. La atención de los médicos a quienes recibe no
para su diagnóstico, sino para charlar. La hamaca y las sabanas húmedas de los
sudores del General. Todo este ambiente recreado por García Márquez de manera
fluida, con esa capacidad para transmitir hasta los olores.
Acompañado de pocos amigos, odiado por
muchos de los nuevos países americanos liberados, así termina el General.
Algunas de sus últimas noches fuero intensas, con una intensidad distinta a la
de su juventud y madurez. Cito:
... Él no
la tocó en toda la noche, pero le bastaba con sentir la resolana de su adolescencia.
De pronto, al lado mismo de la ventana, el capitán Iturbide empezó a cantar: “Si
la borrasca sigue y el huracán arrecia, abrázate a mi cuello que nos devore el
mar”. Era una canción de otros tiempos, de cuando el estómago soportaba todavía
el terrible poder de evocación de las guayabas maduras y la inclemencia de una
mujer en la obscuridad. El general y la muchacha la oyeron juntos, casi con
devoción, pero ella se durmió a mitad de la canción siguiente, y él cayó poco
después en un marasmo sin sosiego. El silencio era tan puro después de la
música, que los perros se alborotaron cuando ella se levantó en puntillas para
no despertar al general. Él la oyó buscando a tientas el cerrojo.
Ella
le contestó con una risa festiva:
"Nadie es virgen después de una noche con Su Excelencia"
"Nadie es virgen después de una noche con Su Excelencia"
Se
fue como todas. Pues de las tantas mujeres que pasaron por su vida, muchas de
ellas por breves horas, no hubo una con la cual hubiera insinuado siquiera la
idea de permanecer...
Seguramente la vida de Simón Bolívar fue
intensa hasta sus últimos días. No hay evidencia de cómo fueron esos días y la
recreación que hace García Márquez es imaginaria. Ya que como escribió Jorge
Semprún: las novelas no son la vida misma, son mucho más. Y ésta es una novela
que hay que leer para disfrutar.
Título: El general en su laberinto
Autor: Gabriel García Márquez
Editorial: Diana
Edición: Primera, segunda impresión, septiembre
de 1989.
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