La margen izquierda del caudaloso río
Coatzacoalcos, que va serpenteando entre llanura y pantanos es el escenario de este
relato que describe cómo se forjó en esa región, que pasó de pesquera, agrícola
y ganadera a emporio de la industria petrolera, la organización sindical de los
trabajadores del petróleo, empleados de la compañía El Águila. En cinco
capítulos que van de 1936 a 1938 Gerardo de la Torre nos narra las vivencias de
algunos obreros, además de sus relaciones familiares en medio del inmenso calor
tropical.
La instalación de la refinería de petróleo
transformó el paisaje, el ambiente y las relaciones socioeconómicas en
Minatitlán –sur de Veracruz y parte del Istmo de Tehuantepec-. Se fue forjando
una nueva clase social, distinta de los pescadores y campesinos, así como de la
pequeña burguesía de comerciantes y poseedores de ranchos ganaderos. Esta nueva
clase la fueron integrando los obreros del petróleo –mecánicos, paileros,
soldadores, electricistas, y de otras especialidades-, todos ellos empleados de
El Águila, una de las compañías que explotaban el petróleo que extraían del subsuelo
en esa región –Agua Dulce, Las Choapas, Cuichapa-.
El lugar de reunión de esta nueva clase
social eran las fondas y cantinas, algunas de ellas equipadas con alguna mesa
de billar. Ahí se contaban sus confidencias, algunas intimas y también ahí se
discutía el futuro de las relaciones entre la gran empresa petrolera y ellos,
sus trabajadores. Es así como se va forjando la camaradería que va cohesionando
la incipiente organización sindical.
Una primera prueba de la naciente
organización sindical, ya unida nacionalmente con los trabajadores de otras
regiones, principalmente de la Huasteca, fue el paro de labores de 1936. Una
prueba de que el naciente sindicato nacional tenía fuerza y por lo tanto la
representatividad de los trabajadores. Esa primera demostración obligó a las
empresas petroleras a negociar condiciones de trabajo y remuneración para todos
los trabajadores petroleros del país. Después de esa primera demostración de
poder obrero viene un receso que a muchos les pareció claudicación. La vida
seguía. Y para pasar la vida había que compartirla en las conversaciones en la
cantina, saboreando cervezas.
Se sucede el arbitraje del gobierno federal
cuyo dictamen no aceptan las empresas petroleras. Viene el fallo de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación que tampoco aceptan. Tratan de chantajear al
gobierno. El Presidente General Lázaro Cárdenas decide y anuncia la
expropiación. El Estado Mexicano asume el control directo de la industria
petrolera y recupera la soberanía que era pisoteada por las compañías
extranjeras. Se marca un hito en la historia nacional.
La vida de los obreros sigue. Su nuevo
patrón es el Estado Mexicano. Y la industria petrolera es de todos los
mexicanos.
Título: Los hijos del Águila
Autor: Gerardo de la Torre
Editorial: El Juglar Editores
Edición: Primera, octubre de 1989.
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