lunes, octubre 14, 2013

Hijos del Águila



La margen izquierda del caudaloso río Coatzacoalcos, que va serpenteando entre llanura y pantanos es el escenario de este relato que describe cómo se forjó en esa región, que pasó de pesquera, agrícola y ganadera a emporio de la industria petrolera, la organización sindical de los trabajadores del petróleo, empleados de la compañía El Águila. En cinco capítulos que van de 1936 a 1938 Gerardo de la Torre nos narra las vivencias de algunos obreros, además de sus relaciones familiares en medio del inmenso calor tropical.

La instalación de la refinería de petróleo transformó el paisaje, el ambiente y las relaciones socioeconómicas en Minatitlán –sur de Veracruz y parte del Istmo de Tehuantepec-. Se fue forjando una nueva clase social, distinta de los pescadores y campesinos, así como de la pequeña burguesía de comerciantes y poseedores de ranchos ganaderos. Esta nueva clase la fueron integrando los obreros del petróleo –mecánicos, paileros, soldadores, electricistas, y de otras especialidades-, todos ellos empleados de El Águila, una de las compañías que explotaban el petróleo que extraían del subsuelo en esa región –Agua Dulce, Las Choapas, Cuichapa-.

El lugar de reunión de esta nueva clase social eran las fondas y cantinas, algunas de ellas equipadas con alguna mesa de billar. Ahí se contaban sus confidencias, algunas intimas y también ahí se discutía el futuro de las relaciones entre la gran empresa petrolera y ellos, sus trabajadores. Es así como se va forjando la camaradería que va cohesionando la incipiente organización sindical.


Una primera prueba de la naciente organización sindical, ya unida nacionalmente con los trabajadores de otras regiones, principalmente de la Huasteca, fue el paro de labores de 1936. Una prueba de que el naciente sindicato nacional tenía fuerza y por lo tanto la representatividad de los trabajadores. Esa primera demostración obligó a las empresas petroleras a negociar condiciones de trabajo y remuneración para todos los trabajadores petroleros del país. Después de esa primera demostración de poder obrero viene un receso que a muchos les pareció claudicación. La vida seguía. Y para pasar la vida había que compartirla en las conversaciones en la cantina, saboreando cervezas.

Se sucede el arbitraje del gobierno federal cuyo dictamen no aceptan las empresas petroleras. Viene el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que tampoco aceptan. Tratan de chantajear al gobierno. El Presidente General Lázaro Cárdenas decide y anuncia la expropiación. El Estado Mexicano asume el control directo de la industria petrolera y recupera la soberanía que era pisoteada por las compañías extranjeras. Se marca un hito en la historia nacional.

La vida de los obreros sigue. Su nuevo patrón es el Estado Mexicano. Y la industria petrolera es de todos los mexicanos.



Título: Los hijos del Águila
Autor: Gerardo de la Torre
Editorial: El Juglar Editores

Edición: Primera, octubre de 1989.

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