México
y Uruguay, han sido y serán la razón de mi existencia, y a ellos he dedicado y
dedicaré mi vida, alternando desde hoy mí tiempo en cada país, en esta tercera
y última etapa. Uruguay me vio nacer y me dio la educación. México me recibió
cuando lo necesité en 1982, y me permitió desarrollar una vida profesional y
empresarial en el ámbito editorial (difundí el libro por treinta años). Ésta es parte de la dedicatoria que de su libro de memorias
hace Roberto Rodríguez, uruguayo -él pronuncia uruguallo- de nacimiento y mexicano por decisión. Y un gran amigo.
Cantos del alma surge de lo más profundo del ser de Roberto. Son un
conjunto de poemas y relatos autobiográficos.
La breve narración de su infancia en el
campo heredado de los charrúas incluye sus andanzas por los arroyos y
semiselva. La caza y la pesca, como en el origen del sedentarismo de la raza
humana, son actividades que el autor realiza en sus primeros años. Algunos
peces y aves son sus trofeos, mismos que él lleva a casa y que “vende” a su
padre. Así va aprendiendo la gestión empresarial que desarrollará a plenitud en
su madurez que alcanza en el exilio mexicano. Luego sus andanzas en la urbe que
es Montevideo. Su inscripción en la Universidad en condiciones precarias.
Realiza múltiples trabajos para obtener dinero y pagar sus gastos de
alimentación y transporte o disfrutar de una bebida en alguna cafetería estudiantil.
Su Universidad fue tomada por el ejército.
Su pequeño país es sometido como lo fueron todos los países de América del Sur
en la octava década del siglo XX. Decide que tiene que partir y escoge México
para su exilio. Aborda un avión llevando a su esposa y a su primera hija. En su
bolsillo hay algunos pocos dólares con los que sobrevivirá los primeros días en
la inmensa ciudad de México, capital de la que será su nueva patria. Trabaja y
trabaja y sólo obtiene recursos para su sobrevivencia junto con su familia.
Decide fundar una empresa. Distribuye libros, primero solo y luego contrata a
algunos vendedores, a quienes entrena bajo la sombra de un parque en la inmensa
metrópoli. Renta un local y establece su oficina. Funda su editorial. Los
libros serán el medio para su desarrollo empresarial en esta gran etapa de su
vida.
Libros, paquetes de libros, enciclopedias,
son sus productos. Edita e importa de América del Sur. Sus clientes están
diseminados en oficinas de diversa índole en la inmensa capital mexicana. El
negocio va decayendo con el avance de la Internet. Cierra la editorial y sigue
distribuyendo libros en menor escala.
Se muda a Xalapa al inicio de esta década.
Un atardecer gris nos conocemos. Él lo recuerda bien y así lo consigna en la
dedicatoria de su libro. Al grupo en que estamos reunidos y al que él llega a
integrarse, nos presenta una fotografía con la imagen de José Mujica –Presidente
de Uruguay- y dice: es Pepe. Así de esa manera tan familiar se refiere al
hombre que encabeza la actual transformación de la República Oriental del
Uruguay y que ha hecho que a ese se le denomine el país del año.
Charlamos muchas veces de distintos temas.
Una tarde sabatina partimos en parejas a su casa de Villa Rica. Allí seguimos
la conversación. Después de contemplar el amanecer, seguimos la charla
caminando por la playa. Arena, mar y charla son los ingredientes de esa larga
mañana dominical. Él prepara la fogata y luego el asado. Seguimos la charla
aderezada con el asado y algunas copas de vino. Y así recibimos la tarde. La
charla sigue y partimos, seguimos charlando en el trayecto de regreso a casa.
En cada ocasión que nos vemos charlamos. Las últimas charlas han sido muy
breves y las hemos tenido por teléfono. Seguramente la próxima vez que nos veamos
seguiremos es charla que no acabamos.
Agradezco a Roberto su libro y dedicatoria.
Ya podremos charlar sobre lo que ahí platica y de otros temas.
Título: Cantos del alma
Autor: Roberto N. Rodríguez
Edición del autor
Edición: Primera, septiembre de 2013.
Un amanecer dominical en Villa Rica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario