Ayer se realizó un homenaje al Maestro de América -José Martí- ante el monumento erigido en su memoria en la avenida Xalapa de la capital veracruzana.
Ante la presencia de autoridades de Veracruz, su capital y de la Cónsul General de la República de Cuba, licenciada María Luisa Fernández Eguilaz y distinguidos invitados, el maestro Alberto Flores, en representación del Instituto de Relaciones Culturales Mexicano Cubanas "Flores Magón - Mella" pronunció el siguiente discurso:
JOSÉ MARTÍ, MAESTRO DE AMÉRICA
Honrosa la encomienda del Instituto Mexicano Cubano de Relaciones Culturales “Flores Magón-Mella”. Severo el compromiso de referirse a José Martí y Pérez, un paradigma de fortaleza y congruencia, cuya vida fue tan intensa como vigente es su legado.
Ni el destierro ni la prisión lo doblegaron. Ferviente liberal y humanista, precursor y justiciero indigenista, defensor de la mujer. El filósofo cosmopolita y nato educador impactó su tiempo con una vigorosa vena poética. El ideólogo de luchas libertarias murió en combate.
Martí reverenciaba a México con la frase consignada a un costado de este monumento: “un hijo tuyo que no nací de ti”. En sus estancias aquí, estableció comunicación con lo más granado de la intelectualidad mexicana de fines del siglo XIX: Guillermo Prieto, Juan de Dios Peza, José Peón Contreras, Vicente Riva Palacio, Justo Sierra, Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, Salvador Díaz Mirón e Ignacio Ramírez, el Nigromante, entre otros personajes, quienes le reconocían dotes de apasionado conversador.
En tierra mexicana cosechó simpatía y apoyo para su causa fundamental: la liberación de su patria. Aquí se enamoró más de una vez y se casó con Carmen Zayas. Vivió en la casa del que quizá fue su mejor amigo, Manuel Antonio Mercado, a quien un día antes de morir escribió una célebre carta, inconclusa. En un fragmento de esa misiva asentó: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber de impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos, y caigan… sobre nuestras tierras de América”…
Para que su patria se sacudiera el dominio español la obra de Martí, aun muerto, fue determinante. Sin embargo, en los hechos, la “Independencia”, significó para Cuba, igual que para otros países, un relevo de opresor. Medio siglo después, la Revolución Cubana, inspirada en el personaje cuyo natalicio conmemoramos, se convirtió en avanzada libertaria continental.
Imposible abarcar en unos minutos el cúmulo de facetas de un gigante como Martí. Me concentraré más bien en su legado educativo, el cual justifica plenamente la denominación: Maestro de América.
Martí concebía la educación como elemento substancial para fundamentar un proyecto de desarrollo humano integral, en Cuba y en lo que él llamaba Nuestra América. Su cosmovisión en torno a la naturaleza, el hombre y la sociedad, exalta la verdad, la generosidad, la belleza, la solidaridad, y el amor por lo auténticamente nuestro, valores opuestos a la competencia, el individualismo y el egoísmo, todo cimentado en la cultura de cada pueblo.
Durante su estancia en Nueva York, Martí configuró esa concepción, no sólo con el estudio de grandes pedagogos, sino básicamente mediante el enjuiciamiento crítico de la enseñanza que conoció en Estados unidos y en otros países.
“Martí no debió de morir”…, permítaseme apelar a la letra de esa popular melodía cubana, convertida luego en danzón, la cual los mexicanos adoptamos y adaptamos para añorar a Juárez. Añoranza ahora mayor, ante el contrasentido histórico auspiciado por regímenes neoliberales.
“Si Martí no hubiera muerto”, contemplaría hoy a su patria como ariete de su filosofía educativa. Veamos si no: recién iniciada la etapa constructiva de la Revolución, con amplia participación de la sociedad, una cruzada nacional erradicó el analfabetismo en un año, record mundial. Fue la base para enrumbar definitivamente a Cuba hacia estadios superiores.
En medio siglo de proceso revolucionario, han ocurrido enormes transformaciones. En educación primaria, hoy 99% de la matrícula es atendida en doble sesión, lo que incluye alimentación escolar gratuita. Más de 90% de los grupos son iguales o inferiores a 20 alumnos por maestro. La cobertura es de 99% de la población entre 6 y 11 años.
Los tres niveles educativos -primario, secundario y preuniversitario- emplean intensivamente la televisión, videoclases, computadoras y conferencias especiales. Los curricula incluyen actividades extraescolares: artísticas, culturales, deportivas, recreativas y patrióticas. Todo con calidad reconocida internacionalmente. El informe sobre “Educación para Todos”, de la UNESCO en el año 2008, situaba a Cuba encabezando la región de América Latina y el Caribe.
No, definitivamente, Martí no debió morir, merecía haber visto lo que aquí someramente se describe. Pero, es lo de menos, muerto, sigue siendo protagonista estelar de esa reconversión.
Quizá lo más notable sea el programa para la universalización de la educación superior. Con una red de 65 universidades, el Estado Cubano atiende los 169 municipios del país. El eje de los estudios es el empleo y la recalificación de la fuerza de trabajo. La “Universidad para Todos”, programa dirigido a elevar la cultura general de la población, es implementado por profesores expertos, en los canales de televisión nacionales.
Según la ONU, Cuba ocupa hoy la posición 51 entre 177 países en cuanto al índice de desarrollo humano de su población y aparece en sexto lugar en América Latina. Cuenta con un médico por cada 160 habitantes, la proporción más alta a escala mundial. Servicios de salud gratuitos y de calidad para toda la población, lo que en este rubro le hace tener indicadores similares a los de países desarrollados.
La mística social del Estado y por supuesto de la educación, como lo postuló Martí, ha cimentado a la nación. A la fecha, Cuba es una potencia por sus avances médicos y farmacéuticos, así como en varios ramos de investigación científica-tecnológica. Con una población que no llega a 12 millones de habitantes, la isla antillana -que hoy está apuntalando su modelo socialista, no desmontándolo, como algunos ilusos lo pregonan- es también potencia deportiva mundial, así se ha constatado en juegos olímpicos y otros eventos de cultura física.
Cuba es, sobre todo, el país campeón de la solidaridad internacional. Para lo cual mucho tuvo que ver el impulso dado por su Revolución a una educación orientada, en mucho, por principios filosóficos martianos. Esa mística ha dado margen para que, desde los años 60 y hasta el 2006, en la Isla se graduaran más de 45,300 estudiantes de 128 países del mundo, aproximadamente 22,000 en el nivel superior. Actualmente hay alrededor de 30,000 becarios de 120 naciones formándose gratuitamente en la patria de Martí, incluso a nivel de postgrado. Colaboradores de la salud cubanos están ubicados en más de 70 países, sobre todo de África y América Latina.
Esa solidaridad de Cuba para con otros pueblos constituye uno de los aspectos más conmovedores de su Revolución. Sabemos lo que decimos al afirmar que, nunca antes en la Historia, país alguno la había desarrollado con tal relevancia, en medio de un inhumano bloqueo económico y de cínicas agresiones del imperio más poderoso conocido por la humanidad, el cual, hoy día se ensaña con cinco prisioneros cubanos, cuya inocencia ha sido fehacientemente demostrada, a quienes tribunales amañados impusieron condenas irracionales.
Inspirados en la devoción patriótica de Martí, como seguramente están, sea cual sea el destino de esos jóvenes -cuya libertad hemos demandado hombres y mujeres de casi todos los países- la infamia los tornó héroes. Ni Cuba ni el mundo los olvidarán.
En estos tiempos, Martí cabalga en Latinoamérica, igual que Bolívar, Morelos y Zapata. Se advierte así en la mayor parte del Cono Sur. Países hermanos optan por caminos progresistas, incluso claramente antiimperialistas. La identidad que amalgama a nuestros pueblos sigue construyéndose, la están labrando herederos ideológicos del Maestro de América.
Recurramos al ideal de nuestros próceres. Repasemos la Historia. José Martí no ha muerto. Salud.
Palabras de la Cónsul General de la República de Cuba en Veracruz, María Luisa Fernández Eguilaz:
Y la intervención musical del ensamble Pauta Nueva, interpretando del maestro cubano Ernesto Lecuona, Siboney:
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