Elena Arizmendi, Sara Pérez y Francisco I. Madero en El Paso, Texas |
Cuando José Vasconcelos publicó sus libros autobiográficos Ulises criollo y La tormenta, llamó la atención un personaje femenino a la que el autor llamó Adriana. La bella Adriana es el primer capítulo de esta biografía escrita por Gabriela Cano sobre la vida de quien se llamaba Elena Arizmendi.
Las raíces familiares de Elena Arizmendi vienen de España. Arraigados sus antecesores en estas tierras de América, participaron algunos de ellos en la Guerra de Independencia y en las luchas de liberación del pueblo mexicano. Su abuelo, el oaxaqueño Ignacio Mejía, general del ejército de la Reforma, peleó al lado del prócer Benito Juárez ante los conservadores y luego contra los invasores franceses. Era Elena Arizmendi de estirpe liberal, lo que se describe en el segundo capítulo: El linaje liberal: Oaxaca.
La educación de Arizmendi fue más allá de los convencionalismos de la época –fines del siglo XIX y principios del siglo XX-. Convivió con su abuelo el general Ignacio Mejía –en cuyo honor existió, en la capital oaxaqueña, hasta el final del siglo pasado un internado para estudiantes de escasos recursos, con actividades militarizadas-. Aprendió a montar a caballo y disfrutaba hacerlo en sus vacaciones en el rancho de su abuelo.
Elena partió a EE UU. En San Antonio estudió enfermería. Fue una de las primeras mexicanas en graduarse en esa profesión. En esa ciudad inició una relación con la familia Madero. Fue amiga de Francisco y Sara, su esposa. En consecuencia apoyó la Revolución iniciada por él.
Cuando inició la Revolución en el norte del país, con la toma de ciudad Juárez –antes Paso del Norte- regresó a México. Viajó hasta la capital. Buscó apoyos y logró conformar la Cruz Blanca Neutral, para atender a los heridos en la guerra ya iniciada. Formó con el apoyo de varios médicos y estudiantes de medicina brigadas que fueron al norte a cumplir su misión de alivio.
La Cruz Blanca Neutral formada con su participación se escindió. Ella, junto con otras personas formaron la Cruz Blanca Mexicana. Para atender problemas en esa organización, Francisco I. Madero la envió al despacho de su aliado José Vasconcelos. Allí inició el romance apasionado que es narrado en Ulises criollo y La tormenta. Ese apasionado idilio extramatrimonial los hace compartir pasajes de la guerra revolucionaria en México y el exilio en EE UU y en Sudamérica.
Se separa de Vasconcelos. Regresa a EE UU. Se desposa con un norteamericano. De lo que aprendió en el exilio, durante las largas horas que pasaba con Vasconcelos en bibliotecas públicas de Nueva York, le crece la vocación feminista. Participa activamente en la organización de las mujeres en defensa de sus derechos. Fue fundadora de la Liga de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas –Liga de Mujeres de la Raza-. Participó en congresos por la liberación de las mujeres. Colaboró en la revista feminista Mujeres de la Raza. Escribió un libro autobiográfico –Vida incompleta-, en éste narra pasajes y reflexiones sobre su vida al lado de Vasconcelos y al lado del que fue su esposo norteamericano.
Regresó a México. Murió en 1949. En su memoria una calle de la colonia Del Valle en la ciudad de México lleva su nombre –antes Tercera cerrada de Amores-. Se llamaba Elena Arizmendi Mejía.
Título: Se llamaba Elena Arizmendi
Autora: Gabriela Cano
Editorial: Tusquets Editores
Edición: Segunda, septiembre de 2010.
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