martes, abril 28, 2015

Memoria y razón de Diego Rivera

Autorretrato de Diego Rivera (1941), óleo sobre tela.
Colección Irene Rich, Santa Barbara, California, EE UU.


Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. Éste es el largo nombre del gran muralista mexicano, oriundo de Guanajuato, Diego Rivera. En 1949 dictó línea por línea a Lolo de la Torriente este libro de memorias. Así lo consigna una copia facsimilar de una hoja escrita por el pintor y reproducida en la página 10 de este libro que ya tiene más de 6 décadas y un lustro.

Un niño que nació gemelo -su hermano se llamó Carlos- y fue criado por una nana nodriza en su pequeño rancho cercano a la ciudad minera de Guanajuato. Su inquietud llegó al descubrimiento que las figuras religiosas llamadas santos eran de palo, de madera pintada. Surgieron en su mente infantil dudas que su padre despejaba con explicaciones y más explicaciones.

La ciudad minera donde nació y la mina de su padrino fueron un primer acercamiento con el universo. Entrar en la mina le hizo conocer la tierra por dentro. También el trabajo intenso y rudo de los mineros. Conoció las piedras y el proceso de beneficio del metal. Así fue descubriendo el mundo.

Para su madre era muy difícil cuidar de él. Por ello fue criado por la nana. Una mujer indígena de un pueblo cercano a Guanajuato. Fue a la escuela. Dudaba de lo que se le enseñaba. Preguntaba ¿por qué? Le interesaba saber cómo sucedían las cosas y cómo funcionaban los aparatos. Se ganó por ello el sobrenombre de El Ingeniero.

Su familia emigró a la capital. Conoció la ciudad al acompañar a su padre en su trabajo de índole sanitario. Literalmente vio la ciudad de México en sus entrañas al ser testigo circunstancial de las excavaciones para la introducción de la red de drenaje en el centro de la urbe. Conoció, primero de paso y por fuera, luego por dentro las pulquerías. Una de ellas muy conocida le atrajo por un mural pintado en el inmueble. Desde niño trazaba, dibujaba e intentaba pintar.

En la capital acudió a la escuela. Luego a la Academia de San Carlos. Allí aprendió de dos grandes maestros: José María Velasco –paisajista- y un academicista clásico que lo hizo su amigo y lo invitó a su estudio –Santiago Rebull-. En la Academia aprendió pero no le parecía suficiente. Con la ayuda de su padre consiguió una beca del gobierno de Veracruz. Partió a España -1906- y de allí a otras partes de Europa. Retribuyó a Veracruz la beca que recibía con varios cuadros que forman parte del patrimonio artístico de ese estado.

Con lo que aprendió en Europa regresó a México en 1910. Además de su labor artística participó en algunas acciones que a ojos de los porfiristas fueron sospechosas. Fue perseguido. Con la ayuda del arquitecto Rivas Mercado salió de la capital y se embarcó nuevamente a Europa.

Paisaje zapatista de Diego Rivera
Óleo sobre tela (1915),
colección Ing. Marte R. Gómez, México
En París participó de la corriente pictórica conocida como cubismo. Ésta es una de las etapas de la creación del pintor poco conocida en México. Aprovecho para decir de paso que su cuadro Paisaje zapatista (1915) desde que lo vi en una exposición en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México en 1985 me dejó fascinado.

En México y el mundo se le conoce por su obra mural. Se dedicó a la pintura y también a la política. Fue un hombre de izquierda. Hábil en el uso del pincel, los colores y la superficie. Y decidido en el uso de la palabra.

Diego Rivera es uno de los forjadores de la identidad nacional. Sus murales retratan lo que según su visión fue Mesoamérica, describen la conquista hecha por España y el coloniaje. Retratan las luchas por la Independencia, la Reforma y la Revolución. En su obra también está plasmada su visión de México moderno. El muralista es uno de los referentes de México en el siglo XX.

Este extenso libro de memorias abunda en la descripción de su vida durante la infancia, adolescencia y juventud. El recuerdo, la anécdota, la vida diaria platicada a su biógrafa, la autora cubana Lolo de la Torriente. Fue grato encontrarme este libro en alguna de las librerías que suelo visitar para ver que me encuentro y me encontré con Diego Rivera platicando su vida.


Título: Memoria y Razón de Diego Rivera
Autora: Lolo de la Torriente
Editorial: Renacimiento
Edición: Primera, 1959.


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