Autorretrato de Diego Rivera (1941), óleo sobre tela. Colección Irene Rich, Santa Barbara, California, EE UU. |
Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno
Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez. Éste es el largo
nombre del gran muralista mexicano, oriundo de Guanajuato, Diego Rivera. En
1949 dictó línea por línea a Lolo de la Torriente este libro de memorias. Así
lo consigna una copia facsimilar de una hoja escrita por el pintor y reproducida
en la página 10 de este libro que ya tiene más de 6 décadas y un lustro.
Un niño que nació gemelo -su hermano se llamó
Carlos- y fue criado por una nana nodriza en su pequeño rancho cercano a la
ciudad minera de Guanajuato. Su inquietud llegó al descubrimiento que las
figuras religiosas llamadas santos eran de palo, de madera pintada. Surgieron
en su mente infantil dudas que su padre despejaba con explicaciones y más
explicaciones.
La ciudad minera donde nació y la mina de su
padrino fueron un primer acercamiento con el universo. Entrar en la mina le
hizo conocer la tierra por dentro. También el trabajo intenso y rudo de los
mineros. Conoció las piedras y el proceso de beneficio del metal. Así fue descubriendo
el mundo.
Para su madre era muy difícil cuidar de él.
Por ello fue criado por la nana. Una mujer indígena de un pueblo cercano a
Guanajuato. Fue a la escuela. Dudaba de lo que se le enseñaba. Preguntaba ¿por
qué? Le interesaba saber cómo sucedían las cosas y cómo funcionaban los
aparatos. Se ganó por ello el sobrenombre de El Ingeniero.
Su familia emigró a la capital. Conoció la
ciudad al acompañar a su padre en su trabajo de índole sanitario. Literalmente vio
la ciudad de México en sus entrañas al ser testigo circunstancial de las
excavaciones para la introducción de la red de drenaje en el centro de la urbe.
Conoció, primero de paso y por fuera, luego por dentro las pulquerías. Una de
ellas muy conocida le atrajo por un mural pintado en el inmueble. Desde niño
trazaba, dibujaba e intentaba pintar.
En la capital acudió a la escuela. Luego a la
Academia de San Carlos. Allí aprendió de dos grandes maestros: José María
Velasco –paisajista- y un academicista clásico que lo hizo su amigo y lo invitó
a su estudio –Santiago Rebull-. En la Academia aprendió pero no le parecía
suficiente. Con la ayuda de su padre consiguió una beca del gobierno de
Veracruz. Partió a España -1906- y de allí a otras partes de Europa. Retribuyó
a Veracruz la beca que recibía con varios cuadros que forman parte del
patrimonio artístico de ese estado.
Con lo que aprendió en Europa regresó a
México en 1910. Además de su labor artística participó en algunas acciones que
a ojos de los porfiristas fueron sospechosas. Fue perseguido. Con la ayuda del
arquitecto Rivas Mercado salió de la capital y se embarcó nuevamente a Europa.
Paisaje zapatista de Diego Rivera Óleo sobre tela (1915), colección Ing. Marte R. Gómez, México |
En París participó de la corriente pictórica
conocida como cubismo. Ésta es una de las etapas de la creación del pintor poco
conocida en México. Aprovecho para decir de paso que su cuadro Paisaje zapatista (1915) desde que lo vi
en una exposición en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México en 1985
me dejó fascinado.
En México y el mundo se le conoce por su obra
mural. Se dedicó a la pintura y también a la política. Fue un hombre de
izquierda. Hábil en el uso del pincel, los colores y la superficie. Y decidido
en el uso de la palabra.
Diego Rivera es uno de los forjadores de la
identidad nacional. Sus murales retratan lo que según su visión fue
Mesoamérica, describen la conquista hecha por España y el coloniaje. Retratan
las luchas por la Independencia, la Reforma y la Revolución. En su obra también
está plasmada su visión de México moderno. El muralista es uno de los
referentes de México en el siglo XX.
Este extenso libro de memorias abunda en la
descripción de su vida durante la infancia, adolescencia y juventud. El
recuerdo, la anécdota, la vida diaria platicada a su biógrafa, la autora cubana
Lolo de la Torriente. Fue grato encontrarme este libro en alguna de las
librerías que suelo visitar para ver que me encuentro y me encontré con Diego
Rivera platicando su vida.
Título: Memoria y Razón de Diego Rivera
Autora: Lolo de la Torriente
Editorial: Renacimiento
Edición: Primera, 1959.
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