Una autobiografía
De pronto, el título de este libro sugiere el
de la película Amores perros. Esto
refleja la poco o excesiva búsqueda del título para hacerlo atractivo a los potenciales
lectores de esta autobiografía de Jorge Castañeda Gutman. En ella nos narra sus
recuerdos de infancia hasta sus años recientes, ya entrando en la senectud.
Hijo del diplomático del que es homónimo y de
una inmigrante rusa judía. Es el autor un destacado miembro de la élite
mexicana. Si bien su familia y él mismo no acumularon fortuna, su membresía en
la élite no se duda. Niño educado en colegios privados de la ciudad de México,
Nueva York y El Cairo. Lejos de la inmensa mayoría de pobres, que son la casi
totalidad de los mexicanos.
Su adolescencia desenfadada de pronto se ve
inmersa en las protestas estudiantiles de 1968. Su curiosidad quinceañera lo
hizo intentar aproximarse a la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco –en las
inmediaciones de donde trabajaba su padre-, sin lograrlo. Con su uniforme de
edecán o algo similar de los Juegos Olímpicos volvió su sede y a su casa.
Joven universitario en Princeton y París. Economista.
Historiador económico. Docto y polémico. Militante del Partido Comunista
Francés en la época del eurocomunismo –ascenso de los partidos comunistas de
Francia, Italia y España y otros países de Europa occidental-.
Joven llegado a México con su título de
doctor. Militante del Partido Comunista Mexicano –PCM-. Allegado a la dirección
de éste, intentó ser miembro de su Comité Central sin tener los años de
militancia que los estatutos establecían. No lo logró. Participó en las
discusiones y renovación de este partido al obtener su registro e iniciar su
participación electoral. Escribo esta reseña y busco en mi pequeña hemeroteca y
encuentro el ejemplar número 3 de la revista El Machete que editó el
PCM –julio de 1980- que publicó un artículo del mismo autor con el título de La banda de los cuatro, refiriéndose a
los bancos predominantes en el año 1980, Banamex, Bancomer, Serfín y Comermex -que
fueron nacionalizados el 1 de septiembre de 1982 y luego privatizados-,
destacando la posesión o participación de éstos en el capital de las grandes
empresas mexicanas. Fue breve su paso por la izquierda partidaria. Él quería
estar muy cerca del poder. Y lo logró.
Dice el autor que se dedicó a ayudar a su
padre, entonces Secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de José López
Portillo. Describe sus andanzas y cercanía con los grupos guerrilleros de Centroamérica.
Se atribuye una participación en apoyo a los sandinistas cuando derrotaron al
dictador Anastacio Somoza Debayle y se hicieron del poder. Se refiere
despectivamente a Managua, capital de Nicaragua donde pasó algunas semanas. Se
atribuye una destacada participación en los diálogos de paz de El Salvador.
Expone su acercamiento y distanciamiento con líderes cubanos. Es de su autoría una
biografía de Ernesto Guevara de la Serna –El
Ché- titulada La vida en rojo.
Maestro universitario en la UNAM y Nueva
York. Prefiere la vida a lo gringo. Retirado ya de la Universidad Nacional por
jubilación con una pensión que afirma es de 17 mil pesos. Sus mayores ingresos
son por su catedra en EE UU. Escribe en los diarios El País de Madrid, La Opinión
de Los Angeles, The New York Times y Reforma de la ciudad de México. A finales
de la década de los 70s y principios de los 80s del sigo XX escribió en el
semanario Proceso. Era yo uno de sus
lectores asiduos.
Le gusta estar cerca de los poderosos y del
poder mismo. En 1988 acudió a eventos de campaña de Carlos Salinas y de Cuauhtémoc
Cárdenas. De esa elección dice haber preguntado a Cárdenas porque no buscar las
copias de las actas de la elección presidencial, que según él se conservan en
el Archivo General de la Nación, para saber el resultado real. Refiere que el
ingeniero le contestó que ya no tendría sentido, que no hay recursos para ello.
Establece una hipótesis sobre esa elección: Salinas ganó con un escaso margen,
que los resultados fueron alterados para convertir la pequeña diferencia en los
votos en una gran diferencia. Eso dice.
Para la elección presidencial de 1994 formó
parte del llamado grupo San Ángel. De allí su amistad con Elba Ester Gordillo
Morales –la encarcelada expresidente del sindicato magisterial-. No ocurrió el “choque
de trenes” que él y otros integrantes de ese grupo supusieron.
En la elección del 2000 se convirtió en uno
de los hombres de Vicente Fox. Lo apoyó como candidato en las relaciones con el
exterior. Éste le correspondió nombrándolo Secretario de Relaciones Exteriores.
Renunció al gobierno de Fox en enero de 2003.
En su búsqueda del poder quiso ser
presidente. Por ello renunció al inicio de 2003 a la Cancillería. Entonces recorrió
gran parte del territorio de su país, que ya conocía en estadísticas y mapas. Visitó
gran parte dando conferencias y presentándose como potencial candidato a la
presidencia. Para acompañar su precampaña, publicó su libro Somos muchos, exponiendo en éste notas autobiográficas
y sus cuatro propuestas de gobierno, destacando la seguridad jurídica en las
transacciones y la prioridad de la educación. A mediados de 2004 leí con mucho
interés su libro recién publicado. Entonces estaba convencido que votaría por
él para presidente de la República. Buscó ser candidato sin partido y le fue negado
el registro. Ninguno de los partidos que fueron sus opciones –Nueva Alianza de
Elba Ester Gordillo, Convergencia/Movimiento Ciudadano de Dante Delgado y el
PAN de Fox que se inclinaba por Santiago Creel- lo hizo su candidato. No estuvo
en la boleta electoral de 2006. No voté por él. Voté por Andrés Manuel López
Obrador al convencerme de su intensa actividad como Jefe de Gobierno de la
ciudad de México, ya que las circunstancias laborales me llevaron a trabajar y residir
en esa ciudad la segunda mitad de 2004, 2005 y principios de 2006.
El autor se dedicó a la academia en la UNAM y
Nueva York. Dice que Felipe Calderón Hinojosa le pidió apoyo para limpiar su
pésima imagen en el exterior y él le ayudó. Y supuso que lo designaría para
algún puesto en su gabinete, lo que no ocurrió.
Siguió en la academia. Elaboró junto con
otros, especialmente Héctor Aguilar Camín, propuestas para mejorar el futuro de
México. Se atribuye la coautoría de la reforma educativa que impulsó Enrique Peña Nieto y que no pueden implantar más allá de las reformas legales. La ley
no hace la realidad. También supuso que sería nombrado parte del gabinete
presidencial actual. No recibió nombramiento alguno.
Sigue en la academia. A fines del siglo XX
publicó su libro La herencia, que no
leí. No dice nada que no se supiera. Que el presidente en ejercicio designaba a
su sucesor cubriendo el requisito de hacerlo candidato del Partido Revolucionario
Institucional, lo que agrega son los detalles de tal sucesión.
Del anecdotario personal:
En algún día de la segunda mitad de 1999 fue
Castañeda a presentar su libro a Xalapa. Acudí a la presentación. Uno de los
asistentes lo criticó por tener apellido extranjero y él lo deletreó G U T M A N, no
hubo más rispidez. Le pregunté, en el tenor de las designaciones de los
candidatos a la presidencia, por los partidos, para el año 2000, sí cabría una
cuarta candidatura. Dijo rápidamente que era la pregunta de los 64 mil votos, mientras
pensaba su respuesta. Ésta fue refiriendo que era posible y que el cuarto
candidato podría ser Jesús Silva Hersog, ya mencionado como tal por Carlos
Fuentes en una conferencia en el Tecnológico de Monterrey pocas semanas antes.
A la firma de los libros, no pasé con La
herencia, le pedí que me firmara La
vida en rojo, me dijo: tú eres del de la pregunta de los 64 mil votos. Mi
voto es solo uno.
El primer día de este mes me encontré en la
librería este texto. Volví a leer a este autor. Algo se aprende de la
autobiografía de un niño bien que
quiso ser presidente de México.
Título: Amarres perros
Autor: Jorge G. Castañeda
Editorial: Alfaguara
Edición: Primera, noviembre de 2014.
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