Un libro que reúne en dibujos a su estilo
peculiar la visión que el monero
Rius tiene de Oaxaca y de los oaxaqueños. Las ideas se le fueron forjando estos
últimos meses que ha vivido entre los oaxaqueños. Y las plasmo en monos.
En una página explica el origen del nombre
de la ciudad, del Valle y del estado: Huaxayacac, Guajaca, Oaxaca. También hace
referencia al nombre que le fue puesto por los españoles: Antequera. ¿Y ante
qué era? Y se alegra que no le hayan puesto Santa María Oaxaca u otro similar.
Lo que tal vez no sabe es que la jerarquía católica se refiere a la ciudad no
por su nombre Oaxaca de Juárez, sino San Marcial Oaxaca, que afortunadamente no
tiene eco entre los residentes de la ciudad.
Para Rius el cerebro de los oaxaqueños está
conformado por hebras tejidas, a semejanza del quesillo -queso Oaxaca-.
El día que presentó su libro en la Feria
Internacional del Libro, se refirió a una debilidad o defecto acentuado de los
oaxaqueños: su impuntualidad. Refirió que, cuando mejor le va, tiene que esperar
media hora para que se cumpla una cita pactada a determinada hora. Por lo que
he vivido estos penúltimos meses que he retornado al Valle de Oaxaca puedo
asegurar, sin albur, que le cabe toda la razón.
En las primeras páginas también se refiere
a la proliferación de santos y santas en los nombres de los pueblos, antepuestos
a su nombre en zapoteco, mixteco o náhuatl. Y de plano propone eliminar tales, quedando los nombre originales en la lengua original: Atzompa, Coyotepec, Chapultepec,
El Tule, Guichicovi, Mexicapan y así todos los pueblos, villas y supuestas
ciudades –los casos quizá más criticables sean los de San Juan Bautista Tuxtepec
y San Pedro y San Pablo Teposcolula, dos santos a la vez-. En algunas tertulias
he externado la misma propuesta, previamente con una frase de sensibilización,
diciendo que el laicismo juarista que muchos oaxaqueños pregonan es mero
discurso y nada de práctica, sí fueran verdaderamente laicos ya hubiesen
quitado de los nombres de los pueblos los de los santos y santas. Queda aquí la
propuesta.
Y así va retratando Rius la vida en Oaxaca.
Sus templos católicos fastuosos que datan de la época novohispana. Las
edificaciones prehispánicas de Mitla y otras ciudades zapotecas. Las
edificaciones civiles, de gobierno y las grandes casonas que han ido
transformando en grotescos adefesios con anuncios de marcas de otras latitudes.
No podía faltar su dibujo del mezcal con
gusano y sus efectos. Y una parte de la rica, por variada y exquisita,
gastronomía.
Y la duda que externa en alusión al nombre
de un danzón: ¿Y sí Juárez no hubiera muerto, sería del PRI?
Quedan incluidos los monos de calenda –que en
otras latitudes de México llaman mojigangas- y mucho más. Un libro para ver y
leer. Y verse retratado por la pluma del monero
más destacado de México.
Título: Oaxaca de Rius
Autor: Eduardo del Río –Rius-
Editorial: Almadía
Edición: Primera, octubre de 2014.
Y el autógrafo. |
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