martes, diciembre 31, 2013

Índice 2013



Las lecturas de 2013:

Narrativa


Biografía y autobiografía


Fotografía


Historia


Política



Poesía


Personajes


Bibliotecas, ferias y exposiciones


Numeralia
  • Sólo 22 libros leídos en el año


Lecturas anteriores

viernes, diciembre 27, 2013

Cantos del alma



México y Uruguay, han sido y serán la razón de mi existencia, y a ellos he dedicado y dedicaré mi vida, alternando desde hoy mí tiempo en cada país, en esta tercera y última etapa. Uruguay me vio nacer y me dio la educación. México me recibió cuando lo necesité en 1982, y me permitió desarrollar una vida profesional y empresarial en el ámbito editorial (difundí el libro por treinta años). Ésta es parte de la dedicatoria que de su libro de memorias hace Roberto Rodríguez, uruguayo -él pronuncia uruguallo- de nacimiento y mexicano por decisión. Y un gran amigo.

Cantos del alma surge de lo más profundo del ser de Roberto. Son un conjunto de poemas y relatos autobiográficos.

La breve narración de su infancia en el campo heredado de los charrúas incluye sus andanzas por los arroyos y semiselva. La caza y la pesca, como en el origen del sedentarismo de la raza humana, son actividades que el autor realiza en sus primeros años. Algunos peces y aves son sus trofeos, mismos que él lleva a casa y que “vende” a su padre. Así va aprendiendo la gestión empresarial que desarrollará a plenitud en su madurez que alcanza en el exilio mexicano. Luego sus andanzas en la urbe que es Montevideo. Su inscripción en la Universidad en condiciones precarias. Realiza múltiples trabajos para obtener dinero y pagar sus gastos de alimentación y transporte o disfrutar de una bebida en alguna cafetería estudiantil.

Su Universidad fue tomada por el ejército. Su pequeño país es sometido como lo fueron todos los países de América del Sur en la octava década del siglo XX. Decide que tiene que partir y escoge México para su exilio. Aborda un avión llevando a su esposa y a su primera hija. En su bolsillo hay algunos pocos dólares con los que sobrevivirá los primeros días en la inmensa ciudad de México, capital de la que será su nueva patria. Trabaja y trabaja y sólo obtiene recursos para su sobrevivencia junto con su familia. Decide fundar una empresa. Distribuye libros, primero solo y luego contrata a algunos vendedores, a quienes entrena bajo la sombra de un parque en la inmensa metrópoli. Renta un local y establece su oficina. Funda su editorial. Los libros serán el medio para su desarrollo empresarial en esta gran etapa de su vida.

Libros, paquetes de libros, enciclopedias, son sus productos. Edita e importa de América del Sur. Sus clientes están diseminados en oficinas de diversa índole en la inmensa capital mexicana. El negocio va decayendo con el avance de la Internet. Cierra la editorial y sigue distribuyendo libros en menor escala.

Se muda a Xalapa al inicio de esta década. Un atardecer gris nos conocemos. Él lo recuerda bien y así lo consigna en la dedicatoria de su libro. Al grupo en que estamos reunidos y al que él llega a integrarse, nos presenta una fotografía con la imagen de José Mujica –Presidente de Uruguay- y dice: es Pepe. Así de esa manera tan familiar se refiere al hombre que encabeza la actual transformación de la República Oriental del Uruguay y que ha hecho que a ese se le denomine el país del año.

Charlamos muchas veces de distintos temas. Una tarde sabatina partimos en parejas a su casa de Villa Rica. Allí seguimos la conversación. Después de contemplar el amanecer, seguimos la charla caminando por la playa. Arena, mar y charla son los ingredientes de esa larga mañana dominical. Él prepara la fogata y luego el asado. Seguimos la charla aderezada con el asado y algunas copas de vino. Y así recibimos la tarde. La charla sigue y partimos, seguimos charlando en el trayecto de regreso a casa. En cada ocasión que nos vemos charlamos. Las últimas charlas han sido muy breves y las hemos tenido por teléfono. Seguramente la próxima vez que nos veamos seguiremos es charla que no acabamos.

Agradezco a Roberto su libro y dedicatoria. Ya podremos charlar sobre lo que ahí platica y de otros temas.


Título: Cantos del alma
Autor: Roberto N. Rodríguez
Edición del autor
Edición: Primera, septiembre de 2013.




Un amanecer dominical en Villa Rica

viernes, diciembre 06, 2013

Heliodoro Rivera Santiago

Notas autobiográficas del abuelo




En ocasión de cumplir 90 años, 
mi papá compartió estas notas de su vida en el festejo en su honor el 6 de julio.
Hoy las comparto aquí en su memoria.
Falleció al anochecer del marte 3 de diciembre.
Y ayer, al ponerse el Sol,
lo acompañamos a su morada permanente,
rodeado de bosque quedó descansando.


Nací el 3 de julio del año de 1923 en el rancho  llamado Rio de Arado del barrio de La Rosa del municipio de San Jerónimo Sosola, Etla , Oax.,  mis padres fueron: Octaviano Rivera López y Laura Santiago Soriano, ambos de raza mixteca. Fui el segundo en la serie de nueve hermanos de los cuales viven cinco, porque los otros cuatro ya se fueron. La casa donde nací y crecí era de techo de palma de 4 aguas y cerco de madera parada y estaba ubicada a 40 metros de la margen del riachuelo y allí viví hasta los 18 años.

El señor Octaviano fue a trabajar de maestro de escuela al barrio de Los Troncos, Sosola. Para allá se trasladó toda la familia. Allí fui a la escuela, eso fue en el año de 1928. En el 29 se pasó a la cabecera municipal de San Jerónimo Sosola, pero como el  presidente municipal (Aristeo Gómez) no le pagó unos meses de sueldo, el Sr. Octaviano se retiró de ese trabajo y se regresó al rancho del Rio de Arado con toda la familia para seguir trabajando la tierra. Como las tierras de cultivo  ya están  empobrecidas, producen poco maíz, que solo alcanzaban para 2 o 3 meses del año. Para completar las necesidades de la familia y poder comprar el maíz que se necesitaba para el consumo durante los meses que la cosecha no alcanzaba, los hombres aprovechaban la  madera, labrando vigas y durmientes o quemaban carbón, y las mujeres tejían petates y tenates de palma. Ahora, las personas que por allá viven, tejen tenates y petates de fibra de plástico que venden en la ciudad de Oaxaca y así completan su ingreso para comprar el maíz, frijol, azúcar, sal, fruta y verduras para su alimentación.

El señor Octaviano labraba durmientes que llevaba a vender a El Parían, donde la empresa contratista, que era de los señores Muro, pagaba con 30 centavos en efectivo y otros 30 centavos en mercancía por cada pieza.

Como todos los productos y cosas tuvieron un precio ínfimo en 1931, la familia Rivera Santiago compró una partidita de chivos a 70 y 80 centavos, porque esos animalitos eran necesarios para  abonar la tierra empobrecida.

Hablando de mí, volví a la escuela de San Jerónimo Sosola en 1934 y 35 cursando el segundo grado, en el 36 no fui a la escuela, porque el Sr. Octaviano fue Presidente Municipal de San Jerónimo Sosola y yo tenía que cuidar los anímales y hacer los trabajos necesarios en el hogar.

Volví a la escuela en 1937 a repetir el 2o grado y finalizado el año escolar seguí en el rancho con los trabajos de rutina.

El tiempo siguió su marcha y en marzo de 1941 viajé para trabajar en la finca cafetalera de Flor Batavia, perteneciente al Municipio de San Andrés Teotilálpam del Distrito de Cuicatlán, y allá llegó la noticia de que había comenzado el trabajo de construcción de la carretera panamericana. En el mes de agosto del mismo año de 1941, regresé de Flor Batavia para incorporarme al trabajo en la carretera de donde me retiré en marzo de 1944. En mayo de ese mismo año me dí de alta en el Ejercito Mexicano de donde me retiré en el mes de julio de 1950.

En el mismo mes de julio me inscribí en la Escuela Presidente Alemán de la ciudad de Oaxaca para cursar el quinto grado de primaria; el sexto grado lo realicé en el Centro Escolar Morelos en 1951.

En 1952 participé en el concurso de inscripción para ingresar a la Escuela Técnica Industrial No. 14 –ahora Escuela Secundaria Técnica No- 1-. En el concurso obtuve la maravillosa calificación de 9.20; la 14 era internado, condición que me ayudó maravillosamente.

El 6 de enero de 1955 contraje matrimonio con la joven Catalina Hernández López, luego trabajé de peón de albañil de 3ª y al final del año ya era albañil de 2ª.

En  1956 estuve pendiente en la Dirección de Educación y  el 6 de marzo recibí una orden de comisión para prestar mi servicio como Maestro en la Escuela Primaria establecida en la comunidad de El Tejocote del municipio de San Juan Mixtepec, Distrito de Tlaxiaco. La escuela correspondía a un profesor titulado -artículo 123- y como yo no tenía título, en el comienzo de 1957 me pasaron a maestro federalizado y así pasé 4 años. Mientras, estudié los tres grados de la carrera magisterial en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio y presenté el Examen Recepcional el 31 de diciembre de 1960. En ese mismo año me transfirieron a una plaza federal y en 1974, cuando más lo necesitaba, me concedieran una doble plaza y con este ingreso fue posible que todos mis hijos estudiaran y yo también aproveche todos los cursos que vinieron: Curso de Mejoramiento, de Directores y la Licenciatura en donde me quede de pasante porque no logré elaborar la tesis que elegí.

Y el tiempo transcurrió sin tropiezos y en noviembre  de 1986 al cumplir los 30 años de servicio  solicite mi retiro del activo, lo cual fue aprobado para el 15 de enero de 1987.

Pero en mi reflexión de que todos comemos, ricos y pobres, sabios e ignorantes, bonitos y feos, chicos y grandes y de que no hay ninguno sobre la tierra que haga un grano de maíz, trigo, arroz, frijol, calabaza, etcétera, me impulsó a cultivar la tierra aprovechando los elementos: agua, aire , sol y  también las piedras.

Es todo. GRACIAS.