lunes, abril 30, 2012

Posar desnuda en La Habana

Wendy Guerra, por Daniel Mordzinski en Estandarte


Cada una de las vidas de los seres humanos es única. Hay vidas singulares o excepcionales. Una mujer habanera da motivo a esta singular novela biográfica que transcurre en La Habana durante la tercera década del siglo XX, con sus antecedentes y consecuencias posteriores. Wendy Guerra, escritora cubana nos narra la vida extraordinaria de Anaïs Nin Culmell, escritora estadounidense.

Viajes trasatlánticos. Fortunas que se van reduciendo. Auge de movimiento de mercancías que va cambiando de destinos. Y vidas que van cambiando. Todo ello es conjugado en esta breve nóvela.

En la vida habanera de las familias acaudalas de la isla no sólo circulan grandes cantidades de dinero. También tienen cercanía con la creación artística. Y en la familia de Anaïs hay adinerados y artistas o tienen los recursos para estar en cercanía con los creadores de arte: música y plástica.

Y la vida corre cubierta de la calidez, del clima y de la gente, en la hermosa Habana Vieja. Se da cuenta del establecimiento del barrio chino, así como del surgimiento del movimiento feminista.

Leer este libro es, un tanto, recorrer las calles estrechas de la Habana Vieja, sus librerías y otros lugares donde se propició la creación artística. Es como una melodía dedicada a esa hermosa ciudad construida con la dirección de los migrantes españoles que la fundaron.

Y también permite un acercamiento a la forma de vivir, de pasar un día y otro, en el seno de una familia acaudalada. Las migraciones previas que le dieron origen y las posteriores al triunfo de la Revolución. La repulsión a ésta de algunos y la adhesión con todo y fortuna de otras.

Finalmente la vida de un país es la de sus familias.


Título: Posar desnuda en La Habana
Autora: Wendy Guerra
Editorial: Alfaguara
Edición  Primera, septiembre de 2011.

lunes, abril 23, 2012

El pueblo que no quería crecer




Escrito como una especie de memoria de reflexiones mediante el artificio de utilizar un personaje identificado como Polibio de Arcadia, quien en primera persona escribe sus pensamientos, este libro pretende describir como es y actúa la sociedad mexicana. La autora es la filosofa de origen sirio Ikram Antaki. Vivió entre los mexicanos el último cuarto del siglo XX.

Partiendo del pensamiento de un clásico de la cultura griega, la autora expone sus reflexiones de cómo viven los mexicanos. Otrora aislados del mundo, por fin se llegan a identificar en el mismo tiempo que sus contemporáneos de otras latitudes. Sobre esto mismo escribió Octavio Paz hace más de medio siglo.

La autora ve y piensa que los mexicanos son unos en la vida privada, de familia, y otros en la vida pública, en lo que trasciende en el quehacer social, en las relaciones entre grupos sociales. Mexicanos hacia dentro de sí mismos y mexicanos hacia fuera, hacia los otros mexicanos.

Este libro es un retrato elaborado desde fuera del ser mexicano. Desde la cultura clásica helénica. Lo extraordinario es que la autora no era griega, ella era de cultura árabe y que un día decidió venir a vivir a México. Y vio esta sociedad nuestra con esos ojos que notan aquello que para nosotros es cotidiano y por lo tanto casi natural y que no existe o existe de otra manera en otras culturas. La mayor crítica es respecto de cómo hacemos el ejercicio social, de comunidad, de pueblo, de nación.

Destaca lo que afirma sobre el atraso en la educación. Está en este tema una de las más fuertes críticas, que por demás muchos mexicanos compartimos, no se ha hecho un acuerdo y esfuerzo suficiente, sistemático y completo para resolver el problema del atraso educativo. Y sigue el tema pendiente.

Otra crítica está relacionada con la ley. Hay un elogio a los legisladores que desde hace más de siglo y medio han procurado que en este país se tenga una legislación avanzada en varios temas. Sin embargo el cumplimiento de la ley no está entre las prioridades y hacer cotidiano de los mexicanos. Yo afirmo: hay excepciones.

Una visión diferente de cómo somos. Leer este libro es vernos en un espejo distinto.


Título: El pueblo que no quería crecer
Autora: Ikram Antaki
Editorial: Joaquín Mortiz
Edición: Primera, enero de 2012.



viernes, abril 20, 2012

Diego Rivera, veracruzano


En la segunda década del siglo XX, cuando México terminaba la larga dictadura de Porfirio Díaz y se sumergía en la guerra revolucionaria, el joven Diego Maria de la Concepción Nepumoceno Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez -Diego Rivera- partió al viejo mundo, como se le ha denominado a Europa. Una beca del gobernador porfirista de Veracruz, Teodoro A. Dehesa, le permitió el viaje y la estancia. Rivera se vio inmerso en las vanguardias del arte europeo. Participó en el surgimiento del cubismo. Hizo allí gran parte de su obra de caballete, poco conocida en México. Retribuyó a Veracruz la beca que recibió mediante la donación de parte de su obra. Así se constituye esta colección de treinta y siete piezas que nuevamente se muestran en la Pinacoteca que lleva el nombre del celebre pintor guanajuatense. Después, Diego pintaría los monumentales murales que adornan y narran la historia mexicana en el Palacio Nacional, el edificio de la Secretaría de Educación Pública y otros recintos.


Arcuell

En sus paisajes nos muestra Veracruz, el Valle de México y Europa.

Pico de Orizaba

Mixcoac

Montparnasse
Pintó a sus mujeres.

Angelina Belof
Lupe Marín
Y pintó a otras mujeres.




Y siguió pintando. Su obra es un acervo que enaltece al pueblo de México.






Y con música jarocha se abrió hoy esta exposición que muestra un poco de la obra de Diego Rivera.