domingo, febrero 25, 2007

El ABC de las y los mexicanos



Hablar, la manera de hacerlo es parte de la identidad. En este ABC de cómo lo hacemos las y los mexicanos, Guadalupe Loaeza nos describe, nos retrata hablando, diciendo las palabras con el significado que las y los mexicanos entendemos. En forma de diccionario, de la A a la Z, Loaeza recoge las palabras que utilizamos en los diálogos, conversaciones y otras formas de expresión, generalmente oral, con las cuales platicamos, conversamos las y los mexicanos.

También reflexiona sobre el significado en la vida social y política de algunas palabras, que describen la conducta de los políticos y de los ciudadanos o del hacer de aquellos sobre algunos, cada vez menos, manipulables mexicanos.

Abusar es lo que han hecho de la política algunos, por ello han acarreado a mexicanos con necesidades elementales. Se han encumbrado en la burocracia para vivir. Se portan muy cabrones cuando alguien les reclama lo que no hacen, a veces a tal grado que los mandamos al carajo. Hay que chingar por que vienen chingando. Con el dedazo se menospreciaba la democracia, por ello nos está costando tanto arribar a ella, ya que ahora la derecha se ha enseñoreado en el poder.

Le echamos ganas y seguimos trabajando por la democracia. Para lograrla hay que enseñarla a los escuincles en sus hogares y escuelas.

Sigue abundando la fayuca, hasta los más fregados tienen una tele comprada a algún fayuquero. Están gruesos ellos y los de la policía se hacen gueyes.

Si jubilamos la H, de todos modos diríamos ¡híjole! Ya no hay que huevonear.

A veces hay que cargar itacate, pa´ no andar aguando el hambre.

Al llegar a la J, en la parte central del libro, Loaeza reflexiona sobre el indio Benito Juárez. Recuerda la escena en la Cámara de Diputados el 1 de diciembre de 2000, cuando tomó posesión como presidente Vicente Fox y los diputados del PRI le interrumpieron su discurso con la expresión Juárez, Juárez, Juárez, y él respondió con cierto sarcasmo: Si, si, Juárez. Se pregunta la autora cuántos lugares en México se llaman Juárez: Ciudades, pueblos, aeropuertos, avenidas, calles, parques, escuelas, universidades, bibliotecas, hospitales, hoteles, cines, billares, cantinas. Y recuerda un danzón que dice: ¡Ah, si Juárez no hubiera muerto... todavía viviría! Sigue el homenaje a Benito Juárez con citas de su libro Apuntes para mis hijos.

Jalada, joto, jodido.

Kafka, de haber nacido mexicano sería recordado como un escritor costumbrista. Kitsch a la mexicana: varios de los programas de la televisión.

Lambiscón. Libro vaquero. Ligar. Lunes mexicano.

Macho, Madrazo. ¡Madre! Mandilón. Mordida.

Naco. Nene y nena. Ni modo.

Ñañaras. Ñoño.

¡OK, maguey!

Pa´. Padre, padrísimo, padrisísimo. Palanca. Polaca.

¿Qué? Quinceañera. Quiubo, quiúbole, quiubas.

Rajarse. Re, rete, requete. Regarla. Rifársela. Rollo. Ruco.

Sabroso. Sin ton ni son. Soltar la sopa. Sospechosismo.

Tequila. Tolerar, tolerante, tolerancia, cuánta nos falta.

¡Uta! ¡Uy!

Vaciado. Vacilón. Ventanear. Verbo mata carita. Vibra. Voy o voytelas.

W. C. Me vale Wilson.

¿Yo? Yunque, la derecha en el poder.

¡Zacatelas!

Hace pocos domingos, en una entrevista publicada en emeequis, Guadalupe Loaeza se definió como una frívola con conciencia social.



Título: El ABC de las y los mexicanos
Autora: Guadalupe Loaeza
Editorial: Grijalbo
Edición: Primera, enero de 2007.

domingo, febrero 18, 2007

Biblioteca Andrés Henestrosa


El primer libro que reseñe este año fue escrito por Andrés Henestrosa, un viejo que ha cumpildo cien años, mismos que le celebraron en Oaxaca de Juárez el 30 de noviembre de 2006, día en que los cumplió. También fue publicado su libro Andanzas, sandungas y amoríos, como parte del homenaje.

Henestrosa, además de vivir muchos años, escribir mucho, donó a los oaxaqueños su acervo. Éste se encuentra en la biblioteca que lleva su nombre y ocupa las salas de la planta baja de la Casa de la Ciudad, ubicada en el número 115 de la calle Porfirio Díaz. Una casona de la época colonial pintada en su fachada de amarillo. Las salas de esa casona confluyen a los corredores interiores, éstos con los típicos arcos, todo el interior está pintado de blanco, excepto la cantera labrada, cantera verde, como de jade.

Uno de los últimos días de diciembre pasado recorrí esa biblioteca. En los anaqueles vi una colección, creo que completa, de la revista La palabra y el hombre que edita o editaba, no estoy seguro, la Universidad Veracruzana. Muchos otros libros.

En una de las salas se exhibían algunas de las primeras ediciones de los libros ecritos por Henestrosa, entre ellos el primero que publicó: Los hombres que dispersó la danza, una colección de leyendas zapotecas que el autor conoció de niño, allá en Ixhuatán, un pueblo huave del Istmo de Tehuantepec, donde nació.

Andrés Henestrosa sigue viviendo con sus cien años a cuestas. Los residentes y visitantes de Oaxaca de Juárez pueden conocer su acervo en esta biblioteca, como debiera haber muchas en todo México.

domingo, febrero 11, 2007

Cantos para Jenny y otros poemas


Concluyendo los sonetos a Jenny

Tómalos, toma estos cantos
en donde todo es melodía,
toma este amor que a tus pies humilde se postra.
El alma, libre se aproxima en rayos brillantes.
¡Oh!, si el eco del canto es tan potente:
para moverse alargado con dulces destellos,
para hacer latir el pulso apasionado que
tu orgulloso corazón erguirá sublime.
Entonces de lejos seré testigo
cómo la victoria te conduce a través de la luz.
Entonces más valiente pelearé por todo
y mi música rugirá en lo alto
transformada mi canción sonará más libre
y en un dulce gemido llorará mi lira.


Mi mundo

¡Ah!, cuando tus labios susurraron
tan sólo una tibia palabra.
Entonces me sumergí en loco éxtasis,
desamparado fui barrido a lo lejos.

Desde lo más profundo de mi alma,
en nervio y espíritu fui afligido
como un demonio, cuando el gran mago
atacó con relampagueante empeño y habló.

¿Porqué deberían las palabras intentar forzarse en vano,
siendo sonido y nebuloso cansancio
que es infinito, como el dolor anhelante
como tu mismo y como el todo?

Jenny Von Westphalen nació el 12 de febrero de 1814. Para ella escribió Karl Marx los poemas, cuyos fragmentos he citado. Hace pocos domingos me encontré este poemario escrito por el gran filosofo y pensador, también coautor del Manifiesto Comunista. Para mi fue sorprendente saber que él hizo poesía. He disfrutado leyendo los poemas que dedicó a quien fue su esposa. El libro menciona en una introducción, escrita por Moisés Evaristo Orozco Leal, la relación de esa pareja en la que ella era mayor cuatro años que él. Él, cuando se enamoró de ella, era un púber de doce años, a los diez y seis se va a Berlín y allí estudio literatura, leyó a Shakespeare, Cervantes y Homero. Le escribe a Jenny, le envía cuadernos con su poesía, en una carta de 1856 le dice: Puesto que no puedo besarte con mis labios, te beso con mis palabras...

El poemario incluye varios poemas que Karl dedicó a su padre, Hirschen Marx, de esos poemas cito un verso:

Sabiduría matemática

II
Si “a” es el amado y “b” es el amante
mi camisa sacudo diez veces
a que “a” y “b” cuando se añadan
constituirán una pareja de amantes.


Título: Cantos para Jenny y otros poemas
Autor: Karl Marx
Traductor: Francisco Jaymes
Editorial: Papeles con gatillo
Edición: Primera, 1997.

domingo, febrero 04, 2007

Un mexicano en la Guerra Civil Española y otros recuerdos

Para Joaquín



-¡A la Hora “D”, camarada!- me dijo el Comandante Molojest sincronizando nuestros relojes luminosos.
-Cuida tus lanchas y lleva a tus hombres a la victoria. ¡Buena suerte!
Eran las ocho de la obscura noche del 24 de julio de 1938, cuatro horas antes de que diera principio la batalla más grande de la guerra española, la Batalla del Ebro.

En algunos días de la década de los setentas del siglo pasado, cuando era adolescente y estudiaba la secundaria, leí las Memorias de un combatiente. El combatiente fue Néstor Sánchez Hernández. Fue la primera lectura por la que inicié a tener una visión distinta de España, ya no la tierra de gachupines. Recordaba que así, como el párrafo que he citado al principio, iniciaban aquellas memorias. El autor de esas memorias nos regaló sus recuerdos completos en el libro Un mexicano en la Guerra Civil Española y otros recuerdos.

Hace pocos meses, conversando con mi amigo Joaquín, recordé esas memorias y hablamos sobre el tema. En mis últimas vacaciones me encontré en la librería La Proveedora Escolar, en Oaxaca de Juárez, el libro de Néstor Sánchez, traje un ejemplar para mi amigo y otro que inicié a leer en el jardín San Pablo frente a la librería. Terminé de leer el libro en los primeros días de este año, aprovechando las vacaciones. No me decidía a escribir la reseña, hasta ayer por lo que leí en El País.

Néstor Sánchez, un zapoteco de definió él, nació en Xia, un pueblo pequeño de la Sierra Juárez de Oaxaca. Su familia emigró a la ciudad de Oaxaca de Juárez. Su infancia fue de carencias y aprendizaje en los pocos años que pudo ir a la escuela. Siendo adolescente se dio de alta en el ejército, a los catorce años ya era soldado. Participó en la persecución de un guerrillero cristero que había sido zapatista en la Sierra Sur de Oaxaca. Emigró a la ciudad de México y siguió en el ejército. A los diecisiete años decidió ir a España, a luchar en la defensa de la República.

En un viaje financiado por organizaciones mexicanas y de EE UU, fue del Puerto de Veracruz a La Habana, luego Nueva York, de allí al puerto de Cherburgo, enseguida París. Por los Pirineos entró a España. Se dio de alta como combatiente por la República en Figueras. Fue integrado al batallón Rakosi en la XIII Brigada Internacional Dombrowski.

De las batallas que recuerda el autor en su libro la que destaca es la del Ebro. Sus recuerdos, junto con las hazañas militares, también incluyen los momentos de convivencia en las Brigadas Internacionales y con los españoles a quienes apoyaban en la defensa de la República ante el alzamiento de los generales encabezados por Francisco Franco, quien gobernó España mediante una dictadura. Incluye su libro algunas coplas que cantaban los republicanos y los combatientes de las Brigadas Internacionales, de esas coplas cito:

El Ejército del Ebro
rumba la rumba la rumbambá
una noche el río pasó
¡ay Carmela, ay Carmela!

Y a las tropas invasoras
rumba la rumba la rumbambá
buena paliza les dio
¡ay Carmela, ay Carmela!...

El furor de los traidores
rumba la rumba la rumbambá
lo descarga su aviación
¡ay Carmela, ay Carmela!...

Pero nada pueden bombas
rumba la rumba la rumbambá
donde sobra corazón
¡ay Carmela, ay Carmela!...

Contraataques muy rabiosos
rumba la rumba la rumbambá
deberemos resistir
¡ay Carmela, ay Carmela!...

El autor fue herido de guerra y atendido en el hospital de Mataró. Ese hospital donde se evoca que Hemingway conoció a una catalana que pudo inspirar a María, la heroína de ¿Por quién doblan las campanas?

Avanzada la guerra y cumpliendo acuerdos, la República decidió la salida de la Brigadas Internacionales. Antes de salir de España, los combatientes de esas Brigadas desfilaron en Barcelona. Néstor Sánchez desfiló portando la bandera de México. Luego salieron.

A su regreso a México, los combatientes entre los que venía Néstor Sánchez, fueron recibidos por líderes del Partido Revolucionario Institucional como héroes, sólo en el discurso, ya que no les otorgaron ningún apoyo. Recuerda el autor sus andanzas en la ciudad de México para conseguir un trabajo para poder vivir, al conseguir éste lo alternó con el estudio autodidacta. Fue empresario productor de paletas heladas. Viajo y vivió por temporadas en varias ciudades. Ingreso al diario Novedades como reportero, se retiró. Regresó a Oaxaca.

Fundó la revista Oaxaca en México. Ya residente en la capital oaxaqueña fundó y dirigió el diario Carteles del Sur, que ya no se edita. Fue agredido por lo que escribía y publicaba. Éste era el diario que leíamos esporádicamente en casa.

También compartió su acervo periodístico. En 1972, fundó la Hemeroteca Pública de Oaxaca, ésta ahora lleva su nombre. A esa hemeroteca acudía yo, cuando era estudiante, a leer los diarios, estaba entonces en unas salas del edificio del Teatro Alcalá, ahora está en el Centro Cultural Santo Domingo.

Lenguaje sencillo, como escribía Néstor Sánchez en Carteles del Sur, es el de sus memorias. Este libro nos acerca a un capítulo de la historia de España que le causó una gran herida que, a casi siete décadas, no termina de sanar.

Néstor Sánchez Hernández nos legó a los mexicanos una lección de dignidad, de solidaridad, de lucha contra el fascismo. Una lección de dar, inclusive a riesgo de perder la vida. Nos legó su acervo en la Hemeroteca de Oaxaca, de las pocas que hay en la República Mexicana. Nos legó su ejemplo de valor.

Ayer leí en El País, editado en Madrid y que por las maravillas de la tecnología se puede adquirir en su formato impreso en esta ciudad, que una investigación permite identificar a 850 republicanos fusilados y enterrados entre 1937 y 1948 en una fosa común en Santander, pequeñas historias de hijos y nietos que no sabían de sus padres y abuelos. Para esos fusilados ya hay un monumento en el cementerio Ciriego, sus descendientes han mostrado cartas que escribieron antes de ser fusilados por la dictadura franquista. También ayer el suplemento Babelia publicó con el título Retrato de una miliciana extremeña la reseña Así fue pasando el tiempo, memorias de una miliciana extremeña de María de la Luz Mejías Correa. Y lo que se seguirá escribiendo.


Título: Un mexicano en la Guerra Civil Española y otros recuerdos
Autor: Néstor Sánchez Hernández (1918 – 2001)
Editorial: Carteles Editores
Edición: Segunda. Abril de 2005.