Palabra
lunes, septiembre 05, 2011
Biografía para encontrarme
Palabra
martes, mayo 25, 2010
Cinco balas para Manuel Acuña

Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!
Así concluye el poema Nocturno a Rosario escrito por Manuel Acuña Narro, mismo que constituye una lectura clásica de la literatura mexicana del último tercio del siglo XIX. Por ese poema se ha sabido que la muerte del poeta fue decidida por el mismo y motivada por el desamor de Rosario de la Peña y Llerenas.
En esta novela de corte literario y policial, el autor, César Güemes, nos sorprende con una aseveración: Manuel Acuña no se suicidó, lo asesinaron. Escrita en dos tiempos: uno que recrea los años y circunstancias en que se desenvolvía la vida del poeta en la octava década del siglo XIX; el otro un pasado muy reciente en que un cazador investiga la muerte del poeta utilizando los recursos de la tecnología de la información. Los datos del libro muestran una gran investigación en varios acervos de la época de Acuña.
En aquellos años del siglo XIX descritos en la obra, cuando la República se estaba consolidando con Benito Juárez al frente y luego su sucesor Sebastián Lerdo de Tejada –xalapeño-, se daba una actividad literaria muy intensa. Los diarios publicaban poemas de los autores que son clásicos ahora. Se tenía también teatro. En la época destacó una obra escrita por Acuña: El pasado, una crítica a la sociedad decimonónica.
La muerte de Manuel Acuña fue por envenenamiento que se provocó él mismo. Según el autor, para no ser cómplice en el atentado que se planeaba contra un amigo suyo, jefe de la policía que había atrapado al jefe de una banda de extorsionadores que asolaba a los habitantes de la capital. Al menos en aquella época en que gobernaban los liberales –los juaristas- la policía hacía su trabajo.
La investigación nos lleva a lo que fue la Escuela de Medicina donde estudiaba el poeta, en las inmediaciones del la Plaza de Santo Domingo en el centro histórico de la ciudad de México. Por su corte policial, ésta es una novela de lectura interesante. El autor logra mantener un alto grado de intensidad del relato.
El Nocturno a Rosario inicia:
¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
Y es lo que recordaba cuando vi esta novela entre otras en una mini-feria de libros hace pocas semanas.
Título: Cinco balas para Manuel Acuña
Autor: César Güemes
Editorial: Alfaguara
Edición: Primera, mayo de 2009.
domingo, septiembre 27, 2009
El Cantar de los Cantares

Cito:
2
En el jardín
...
La Sulamita:
Bésame con el beso de tu boca. Tu amor y tus ungüentos son mejores que el vino. Eres apuesto y dulce. Por eso te aman todas las mujeres.
Las mujeres:
De ellos dos elogiemos sus amores más que el vino.
Salomón:
Qué hermosa eres, hija de príncipe. Qué bellos tus pies cuando los calzas con sandalias. Obras maestras de un supremo artífice tus piernas y tus caderas. Copa redonda tu ambligo. Montón de trigo cercado de azucenas tu sexo. Crías mellizas de gacela tus senos. Torre de marfil tu cuello.
Tus ojos son como palmeras, cisterna de Jeiboán junto a la puerta de Bat Rabín. Tu nariz, torre del Libano, centinela que mira hacia Damasco. Cinta escarlata tus labios. Tu cabellera es igual a la púrpura. En tus trenzas un rey está preso.
Título: El Cantar de los Cantares
Autor: José Emilio Pacheco
Editorial: El Colegio Nacional - Era
Edición: Primera, enero de 2009.
lunes, febrero 02, 2009
El jardín devastado

Vuelta
Me creía sabio aunque no había cumplido treinta años. Bajo el sopor de julio los brazos en alto recordaban a gimnastas. Pero nadie sonreía: las consignas desafinaban el inminente repique de campanas.
La plaza volvía a ser nuestra: no íbamos a tolerar otro saqueo. Demasiadas décadas de agravios -zumbidos del sesenta y ocho- agitaban la memoria. Un fraude sarnoso, descastado. La tarde previa el mastín del gobierno había anunciado la “caída del sistema” y el triunfo irreversible de sus cómplices.
Como cada seis años.
Se sucedieron protestas y denuncias.
Nos dejaron vociferar sin encararnos: la represión, habían aprendido, los hubiese sepultado. Optaron por el soborno, sobrias amenazas y fuegos de artificio. La televisión impuso su silencio y nuestro candidato al fin llamó a la calma (y aun así habrían de morir más de cuatrocientos militantes).
A principios del ochenta y ocho decidí irme, ahogado por el asco.
Pasé quince años recluido en la docta indiferencia del experto. Emory, Cornell, Harvard: allí escapé del tiempo, acumulé mujeres y abandonos, rumié mi asco en artículos, papers y siete libros de análisis político.
El asco hacía mi patria, sus hienas y fantasmas.
Años después cayeron las torres y el limbo se transformo en cuartel. Brotó el miedo, la delación, la paranoia: todos culpables salvo prueba en contrario. A continuación, la venganza.
La invasión de Oriente.
Por eso he vuelto. Con mi despecho a cuestas. Con mi asco.
Volver. Otra mentira.
Éste es uno de los breves textos de la poesía en prosa o postales de reflexión reunidos por Jorge Volpi en este libro. Son como fotos instantáneas de lo vivido, de las alegrías, de las tristezas. Algunas con el color de las emociones, otras en sepia con algo de nostalgia. Un texto en blanco y negro que nos muestra parte del pensamiento del autor. Cómo ve Volpi lo que ha acontecido en el mundo, cómo el imperio destruye un país lejano, del Oriente. Imagina o ve la vida en Irak bajo las batallas.
En el texto reproducido aquí -Vuelta- está ilustrada la huella que le dejó la contienda por la presidencia de México en 1988, cuando el candidato de centro izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, postulado por el Frente Democrático Nacional, fue despojado del triunfo electoral por el candidato impuesto por el Partido Revolucionario Institucional, Carlos Salinas de Gortari, aliado con Acción Nacional y toda la fuerza a la que servía y sirve. Fue el miércoles 6 de julio de 1988, única jornada electoral entre semana en los tiempos modernos. La historia en breve.
Título: El jardín devastado
Autor: Jorge Volpi
Editorial: Alfaguara
Edición: Primera, octubre de 2008.
domingo, enero 18, 2009
Resumen

domingo, octubre 07, 2007
El cuaderno verde del Che

Pablo Neruda, León Felipe, Nicolás Guillén y César Vallejo son los autores de los poemas que como antología personal llevaba consigo Ernesto Guevara de
Paco Ignacio Taibo II escribió el prologo de este poemario singular, antes único, del Che, y que ahora conocemos muchos. Del análisis de una copia Taibo II llegó a la conclusión que era una antología poética hecha por el propio Guevara, escrita ésta por su propia letra en un cuaderno verde, uno de los objetos que contenía su morral o mochila cuando fue capturado y luego asesinado. De esos sucesos ya hace cuarenta años.
Y viene muy cansado rocinante.
Años y años de oscuras y sangrientas aventuras…
Y andar y andar por los ásperos y torcidos caminos de
Caballero y escudero,
callada
lentamente
en sus cabalgaduras humildes y gloriosas…
por la abierta y encendida meseta de Castilla.
¡Bajo su luz alucinante!
¡Oh, esa luz!
¡No es una luz propicia para la gran metáfora poética,
los grandes milagros y el asombro!
¡ha caminado tanto por el mundo
ceñido a su señor!
Ahora no es simple ni grosero,
Es audaz y valeroso…
Le encuentro más delgado.
casi enjuto.
Ahora se parece más a su señor.
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
y tiene el remo.
El grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
duro y ancho, aplasta el polvo en los caminos abandonados
y estrechos para nuestra filas.
y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo los cielos rojos.
Nuestro canto
es como un músculo bajo la piel del alma,
nuestro sencillo canto.
donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora y que mamá
nos acariciaba: “pero hijos…”
Como antes, todas estas oraciones
Vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores.
Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano en aquel juego.
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
y hacía donde camines llevarás mi dolor.
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Vengo desde tus brazos. No sé hacía dónde voy.
Y yo le digo adiós.
Autores: Antología de Ernesto Guevara de
Editorial: Seix Barral
Edición: Primera, agosto de 2007.