domingo, febrero 15, 2009

Los cómplices del presidente


Por la puerta de atrás llegó el actual jefe del poder ejecutivo federal a la sede de la Cámara de Diputados para acceder a la tribuna del recinto, por atrás, custodiado por guardias militares. Previamente había designado a quienes serían sus secretarios de despacho, entre ellos a Juan Camilo Mouriño Terrazo, fallecido al caer el avión en que viajaba el año pasado cuando se dirigía a aterrizar en la ciudad de México, como secretario de Gobernación; a Genaro García Luna como secretario de Seguridad Pública. Sobre estos dos personajes de la vida pública de México trata este libro escrito por la periodista Anabel Hernández.


Mouriño, nacido en Madrid de padre español y madre mexicana, por voluntad del actual ocupante de la residencia presidencial llegó a uno de los puestos más relevantes de la política mexicana, sin más mérito que ser del mismo partido y amigo subordinado. Su padre aprendió la manera de hacer negocios en México, bajo las costumbres implantadas durante el largo régimen priísta, obteniendo así contratos de la paraestatal Petróleos Mexicanos para el transporte de combustibles y concesiones para operar gasolineras, cuya franquicia anhelan muchos mexicanos. La formula utilizada fue la entrega de dinero para obtener los contratos y las concesiones para la franquicia de Pemex. El lugar, el estado de Campeche, a donde llegó con casi nada y ahora él y su familia tienen mucho: poder, dinero, relaciones, casi todo.


García Luna, mediante una carrera que inicia en los niveles inferiores de lo que ahora es el Centro Investigación para la Seguridad Nacional –Cisen-, pasa por varias dependencias encargadas de la seguridad pública y la investigación para la procuración de justicia, llega al más alto puesto para la prevención del delito y la seguridad pública. Su historia, relatada por la autora, es un compendio de complicidades con otros personajes que poco han aportado a la mejoría de la deteriorada situación de la seguridad y sí mucho al incremento del crimen. De sus rasgos biográficos se puede concluir que es discípulo de los más nefastos personajes encargados de los asuntos de seguridad en los tiempos de los gobiernos priístas como el de Luís Echeverría Álvarez, expresidente de México, por lo que no se percibe ningún cambio en ese aspecto de la vida pública y sí un agravamiento de la situación.


Previene Anabel Hernández lo grave que puede ser que en aras de contar con información sistemática para la seguridad, se otorguen más contratos de servicios al monopolio de las telecomunicaciones de Carlos Slim, ya que uno de sus personeros es parte del equipo inmediato del actual secretario de seguridad pública.


Difícil el tema de la seguridad en México. Grave porque los responsables de brindarla están comprometidos con intereses ajenos al interés público. Por ello la necesidad de un cambio para que personas profesionales, valientes y honestas tengan esa responsabilidad y romper con la continuidad de lo peor de la época priísta que actualmente prevalece.



Título: Los cómplices del presidente

Autora: Anabel Hernández

Editorial: Grijalbo

Edición: Primera, noviembre de 2008




lunes, febrero 02, 2009

El jardín devastado


Vuelta


Me creía sabio aunque no había cumplido treinta años. Bajo el sopor de julio los brazos en alto recordaban a gimnastas. Pero nadie sonreía: las consignas desafinaban el inminente repique de campanas.

La plaza volvía a ser nuestra: no íbamos a tolerar otro saqueo. Demasiadas décadas de agravios -zumbidos del sesenta y ocho- agitaban la memoria. Un fraude sarnoso, descastado. La tarde previa el mastín del gobierno había anunciado la “caída del sistema” y el triunfo irreversible de sus cómplices.

Como cada seis años.

Se sucedieron protestas y denuncias.

Nos dejaron vociferar sin encararnos: la represión, habían aprendido, los hubiese sepultado. Optaron por el soborno, sobrias amenazas y fuegos de artificio. La televisión impuso su silencio y nuestro candidato al fin llamó a la calma (y aun así habrían de morir más de cuatrocientos militantes).

A principios del ochenta y ocho decidí irme, ahogado por el asco.

Pasé quince años recluido en la docta indiferencia del experto. Emory, Cornell, Harvard: allí escapé del tiempo, acumulé mujeres y abandonos, rumié mi asco en artículos, papers y siete libros de análisis político.

El asco hacía mi patria, sus hienas y fantasmas.

Años después cayeron las torres y el limbo se transformo en cuartel. Brotó el miedo, la delación, la paranoia: todos culpables salvo prueba en contrario. A continuación, la venganza.

La invasión de Oriente.

Por eso he vuelto. Con mi despecho a cuestas. Con mi asco.

Volver. Otra mentira.



Éste es uno de los breves textos de la poesía en prosa o postales de reflexión reunidos por Jorge Volpi en este libro. Son como fotos instantáneas de lo vivido, de las alegrías, de las tristezas. Algunas con el color de las emociones, otras en sepia con algo de nostalgia. Un texto en blanco y negro que nos muestra parte del pensamiento del autor. Cómo ve Volpi lo que ha acontecido en el mundo, cómo el imperio destruye un país lejano, del Oriente. Imagina o ve la vida en Irak bajo las batallas.


En el texto reproducido aquí -Vuelta- está ilustrada la huella que le dejó la contienda por la presidencia de México en 1988, cuando el candidato de centro izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, postulado por el Frente Democrático Nacional, fue despojado del triunfo electoral por el candidato impuesto por el Partido Revolucionario Institucional, Carlos Salinas de Gortari, aliado con Acción Nacional y toda la fuerza a la que servía y sirve. Fue el miércoles 6 de julio de 1988, única jornada electoral entre semana en los tiempos modernos. La historia en breve.



Título: El jardín devastado

Autor: Jorge Volpi

Editorial: Alfaguara

Edición: Primera, octubre de 2008.