El viejo Plutarco es violinista. Su hijo lo acompaña con la guitarra. Y su nieto pide el apoyo económico de transeúntes, comensales, de la gente. Así pasan algunos de sus días. Duermen en la calle. En otros días viven en su rancho, cerca de la milpa. El maíz sembrado, la milpa, de la que tendrán alimento es a la vez el lugar para guardar su material de defensa.
La guerrilla rural en los campos de un país que se parece mucho a México. Que es México. La incursión de los militares. La represión, la tortura, la violación, los asesinatos. La guerra que parece que no tiene fin.
La música popular. El anciano Plutarco y su violín son como un símbolo de la resistencia de la cultura popular. Él que le enseña a su nieto los cantos que hacen homenaje a la lucha de los guerrilleros y que luego cantará para sobrevivir, pidiendo apoyo en monedas.
Los militares. Hombres de campo, con una infancia de dificultades, reprimen a otros hombres de campo. Alguno de ellos se solidariza con la guerrilla.
La infancia más que difícil en los pueblos serranos. Sobreviven los niños, junto con sus madres, del asecho de los soldados. Viven. Piden monedas para poder vivir. Y siguen viviendo. La escena final es especialmente extraordinaria: El niño que ha perdido a su madre, a su padre, a su abuelo, junto con otra niña, sobreviven cantando a sus guerrilleros muertos. Sobreviven caminando.
El país que parece que es México retratado en blanco y negro. Sus claros, donde poco penetra la luz, y obscuros. Los caciques que de todo sacan provecho, abusando de las necesidades de la gente pobre.
Y el viejo violinista que nos muestra que la vida, por más difícil que sea, hay que vivirla con dignidad. Hay que vivirla con música. Hay que vivirla con perseverancia. Hay que vivirla aprendiendo y enseñando.
Vi la película. No fui al cine. Hace varias semanas, meses, fuimos al Ágora de la ciudad con la intención de verla. Nos informó aquella vez la directora que había suspendido la función porque en el parque aledaño habría un concierto de música grupera e interferiría con el audio de la película. Y no pudimos verla aquella vez. Hace dos semanas, caminando en el centro de la ciudad de México, entré a una librería y me encontré el disco. Ayer por la tarde la vi.
Una de las más bellas películas de los últimos años: Liberation
Un relato cinamatrgráfico elevado al rango de mito revolucionario: L´Humanité
Título: El Violín
Director y productor: Francisco Vargas
Una película premiada en el Festival de Cannes.
3 comentarios:
¡Estupenda! me encantó.
Realmente cuenta la historia que se vive no nadamás en México, sino en toda latinoamérica...
Abrazos
me gustaría ver esta peli también...Eleonaí, fijate que ya no pude ir a México, tuvimos que cancelar el viaje de ultima hora, por problemas familiares, luego les escribo un mail, y bueno, pasaba por aqui para desearte unas felices vacaciones y FELIZ NAVIDAD!!
Un abrazo
Me da gusto tu acercamiento al cine.
Es una bella película.
Genial el anciano sabio.
Abrazos
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