domingo, febrero 04, 2007

Un mexicano en la Guerra Civil Española y otros recuerdos

Para Joaquín



-¡A la Hora “D”, camarada!- me dijo el Comandante Molojest sincronizando nuestros relojes luminosos.
-Cuida tus lanchas y lleva a tus hombres a la victoria. ¡Buena suerte!
Eran las ocho de la obscura noche del 24 de julio de 1938, cuatro horas antes de que diera principio la batalla más grande de la guerra española, la Batalla del Ebro.

En algunos días de la década de los setentas del siglo pasado, cuando era adolescente y estudiaba la secundaria, leí las Memorias de un combatiente. El combatiente fue Néstor Sánchez Hernández. Fue la primera lectura por la que inicié a tener una visión distinta de España, ya no la tierra de gachupines. Recordaba que así, como el párrafo que he citado al principio, iniciaban aquellas memorias. El autor de esas memorias nos regaló sus recuerdos completos en el libro Un mexicano en la Guerra Civil Española y otros recuerdos.

Hace pocos meses, conversando con mi amigo Joaquín, recordé esas memorias y hablamos sobre el tema. En mis últimas vacaciones me encontré en la librería La Proveedora Escolar, en Oaxaca de Juárez, el libro de Néstor Sánchez, traje un ejemplar para mi amigo y otro que inicié a leer en el jardín San Pablo frente a la librería. Terminé de leer el libro en los primeros días de este año, aprovechando las vacaciones. No me decidía a escribir la reseña, hasta ayer por lo que leí en El País.

Néstor Sánchez, un zapoteco de definió él, nació en Xia, un pueblo pequeño de la Sierra Juárez de Oaxaca. Su familia emigró a la ciudad de Oaxaca de Juárez. Su infancia fue de carencias y aprendizaje en los pocos años que pudo ir a la escuela. Siendo adolescente se dio de alta en el ejército, a los catorce años ya era soldado. Participó en la persecución de un guerrillero cristero que había sido zapatista en la Sierra Sur de Oaxaca. Emigró a la ciudad de México y siguió en el ejército. A los diecisiete años decidió ir a España, a luchar en la defensa de la República.

En un viaje financiado por organizaciones mexicanas y de EE UU, fue del Puerto de Veracruz a La Habana, luego Nueva York, de allí al puerto de Cherburgo, enseguida París. Por los Pirineos entró a España. Se dio de alta como combatiente por la República en Figueras. Fue integrado al batallón Rakosi en la XIII Brigada Internacional Dombrowski.

De las batallas que recuerda el autor en su libro la que destaca es la del Ebro. Sus recuerdos, junto con las hazañas militares, también incluyen los momentos de convivencia en las Brigadas Internacionales y con los españoles a quienes apoyaban en la defensa de la República ante el alzamiento de los generales encabezados por Francisco Franco, quien gobernó España mediante una dictadura. Incluye su libro algunas coplas que cantaban los republicanos y los combatientes de las Brigadas Internacionales, de esas coplas cito:

El Ejército del Ebro
rumba la rumba la rumbambá
una noche el río pasó
¡ay Carmela, ay Carmela!

Y a las tropas invasoras
rumba la rumba la rumbambá
buena paliza les dio
¡ay Carmela, ay Carmela!...

El furor de los traidores
rumba la rumba la rumbambá
lo descarga su aviación
¡ay Carmela, ay Carmela!...

Pero nada pueden bombas
rumba la rumba la rumbambá
donde sobra corazón
¡ay Carmela, ay Carmela!...

Contraataques muy rabiosos
rumba la rumba la rumbambá
deberemos resistir
¡ay Carmela, ay Carmela!...

El autor fue herido de guerra y atendido en el hospital de Mataró. Ese hospital donde se evoca que Hemingway conoció a una catalana que pudo inspirar a María, la heroína de ¿Por quién doblan las campanas?

Avanzada la guerra y cumpliendo acuerdos, la República decidió la salida de la Brigadas Internacionales. Antes de salir de España, los combatientes de esas Brigadas desfilaron en Barcelona. Néstor Sánchez desfiló portando la bandera de México. Luego salieron.

A su regreso a México, los combatientes entre los que venía Néstor Sánchez, fueron recibidos por líderes del Partido Revolucionario Institucional como héroes, sólo en el discurso, ya que no les otorgaron ningún apoyo. Recuerda el autor sus andanzas en la ciudad de México para conseguir un trabajo para poder vivir, al conseguir éste lo alternó con el estudio autodidacta. Fue empresario productor de paletas heladas. Viajo y vivió por temporadas en varias ciudades. Ingreso al diario Novedades como reportero, se retiró. Regresó a Oaxaca.

Fundó la revista Oaxaca en México. Ya residente en la capital oaxaqueña fundó y dirigió el diario Carteles del Sur, que ya no se edita. Fue agredido por lo que escribía y publicaba. Éste era el diario que leíamos esporádicamente en casa.

También compartió su acervo periodístico. En 1972, fundó la Hemeroteca Pública de Oaxaca, ésta ahora lleva su nombre. A esa hemeroteca acudía yo, cuando era estudiante, a leer los diarios, estaba entonces en unas salas del edificio del Teatro Alcalá, ahora está en el Centro Cultural Santo Domingo.

Lenguaje sencillo, como escribía Néstor Sánchez en Carteles del Sur, es el de sus memorias. Este libro nos acerca a un capítulo de la historia de España que le causó una gran herida que, a casi siete décadas, no termina de sanar.

Néstor Sánchez Hernández nos legó a los mexicanos una lección de dignidad, de solidaridad, de lucha contra el fascismo. Una lección de dar, inclusive a riesgo de perder la vida. Nos legó su acervo en la Hemeroteca de Oaxaca, de las pocas que hay en la República Mexicana. Nos legó su ejemplo de valor.

Ayer leí en El País, editado en Madrid y que por las maravillas de la tecnología se puede adquirir en su formato impreso en esta ciudad, que una investigación permite identificar a 850 republicanos fusilados y enterrados entre 1937 y 1948 en una fosa común en Santander, pequeñas historias de hijos y nietos que no sabían de sus padres y abuelos. Para esos fusilados ya hay un monumento en el cementerio Ciriego, sus descendientes han mostrado cartas que escribieron antes de ser fusilados por la dictadura franquista. También ayer el suplemento Babelia publicó con el título Retrato de una miliciana extremeña la reseña Así fue pasando el tiempo, memorias de una miliciana extremeña de María de la Luz Mejías Correa. Y lo que se seguirá escribiendo.


Título: Un mexicano en la Guerra Civil Española y otros recuerdos
Autor: Néstor Sánchez Hernández (1918 – 2001)
Editorial: Carteles Editores
Edición: Segunda. Abril de 2005.

8 comentarios:

Clarice Baricco dijo...

Otro libro interesante que compartes.
Invitas a leerlo.
PD. Eres oaxaqueño?

Abrazo invernal

Coro dijo...

Gracias por comentarlo...

Trabajé en una editorial que está en Mataró y seguido pasaba por la acera del hospital...

Saludos

Iván Muñoz Arévalo dijo...

Que buen post es increible,yo habia leido sobre las brigadas internaciones pero jamas me imagine que un oaxaqueño hubiese combatido, de eso ya varios años que me entere y aun me causa una gran alegria.

Kevyn dijo...

Que tal, ¿dónde puedo conseguir el libro?

¡Saludos!

Pepe dijo...

Hola! A través de facebook he leído tu comentario del libro y las referencias al diario El País. La historia que describes del libro Un Mexicano en la Guerra Civil Española y me ha parecido encantador, sobre todo ahora que está tan cerca el 75 aniversario de la guerra.En España todavía se habla (y mucho) de la tragedia que supuso y somos muchos los que no queremos que se olvide. Tampoco queremos que se olviden iniciativas como la de Néstor Sánchez Hernández y otros que, como él, dejaron sus casas para tomar las armas y ayudar a la República Española en su lucha contra el fascismo encabezado por el General traidor Francisco Franco Bahamonde.
Mi abuelo también defendió la República y, como Néstor, también estuvo en la Batalla del Ebro. Desde el 13 de noviembre de 1939 mi abuelo Primitivo está enterrado en el cementerio de Quintanar de la Orden, junto a 91 repúblicanos, todos ametrallados contra la tapia del camposanto.
Un abrazo muy fuerte de un español enamorado de México.

Juan C. Muñoz dijo...

¡Hola! Excelente artículo. Me gustaría mucho leer el libro, ¿sabes si hay manera de conseguirlo en la Ciudad de México? Muchas gracias.

Eleonaí dijo...

Este libro por ahora está agotado. El último ejemplar que tenía lo obsequié a nuestra vecina -hija de republicanos, quien me dijo en una charla que preparaba un libro sobre sus padres-.
He buscado un ejemplar para mí, hable con uno de los editores -hijo del autor- y me dijo que harían una nueva edición. Espero que salga. Tal vez en alguna librería de la calle Donceles y anexas de la ciudad de México haya algún ejemplar de uso.

Gorki Valenzuela dijo...

Por la cruzada del senador McCarthy, dejamos los EUA a principios de 1950 y nos establecimos en Guanajuato. Apenas desempacados, salimos al DF y a la primera persona que fuimos a visitar fue al Sr. Néstor Sánchez, con quien se hermanó, al pelear ambos en España, y lo conocí cuando trabajaba en Mexicana de Aviación en Buenavista. Fué la primera de muchas visitas que, obedeciendo a mis padre, mis hermanos y yo, desde entonces, llamamos tío y lo hacíamos con gusto, afecto y respeto. En enero de 1963, antes de partir a La Habana, donde mi padre murió a mediados de 1964, fué el último amigo del que se despidió en una cena cantonesa de la calle de Dolores. Mi tío le confió a mi padre que pronto se trasladaría a Oaxaca a continuar su carrera periodística iniciando una revista. Luego de regresarme de Cuba en 1974, a mediados de la década de los 80, en una reunión de trabajo en Oaxaca, le hablé por teléfono y me visitó en el hotel. A pesar de la amplia brecha de edad, siempre le tuve mucho afecto, y me encantaba platicar con él. Para plasmar su calidad humana necesitaría extenderme y escribir un libro. Cada que visito Oaxaca, desde 2012, visito su tumba con la emoción de visitar a un familiar cercano. Tío Néstor, un abrazo con amor. Bien mereces todos los homenajes.