La noche del 25 de noviembre de 1956, partió de Santiago de la Peña, en Tuxpan, Veracruz, un grupo de 82 expedicionarios con dirección a Cuba, salieron con la misión de hacer la Revolución. Este grupo expedicionario, encabezado por Fidel Castro Ruz, utilizó en su traslado de México a Cuba el yate Granma. ¿Cómo fue el preparativo de este barco y su equipamiento? Ésta es la interrogante que devela el autor de este singular libro sobre una parte de la historia de la Revolución Cubana. El autor también fue el propietario del barco que ahora es resguardado de manera permanente en el Museo de la Revolución, en el jardín posterior de lo que fue el palacio presidencial en La Habana Vieja. Es parte, este libro, de la vida de Antonio del Conde Pontones. Que parafraseando a Gabriel García Márquez, vive para contarla.
Antonio del Conde, llamado El Cuate por Fidel Castro y los expedicionarios cubanos, aprendió el manejo y reparación de armas en el negocio que fue de su padre y luego él heredó, en el centro de la ciudad de México. Un día llegó a su armería un tipo a buscar componentes de armas, preguntó: Tiene usted acciones de mecanismos Belgas. A petición de Del Conde la pregunta fue repetida. El sujeto fue invitado a pasar a la oficina y se le invitó a hacer nuevamente su pregunta la que por tercera vez repitió de la misma manera. Del Conde no contestó la pregunta repetida tres veces, sólo dijo: Mire usted señor… yo no sé quién es usted, ni me interesa… pero sí usted quiere, yo lo ayudo. Así inició la relación entre Antonio del Conde, quien luego fue llamado El Cuate por el propio Fidel Castro. Se selló en ese breve dialogo el pacto entre el líder revolucionario y uno de quienes le apoyaron en la proeza de la Revolución.
Del Conde desde su armería y con métodos clandestinos proveyó de armas al incipiente ejército revolucionario, que en aquel entonces se denominaba 26 de julio –en referencia a la fecha del fallido intento de asalto al Cuartel Moncada en Cuba-. Fue, además de proveedor de armas, instructor de tiro para el uso de ciertas armas largas y cortas de Fidel Castro.
Uno de los problemas a resolver para el grupo de expedicionarios era el medio de transporte a Cuba. Del Conde buscó y encontró una lancha torpedera que había sido utilizada en la segunda guerra mundial y estaba modificada para uso civil y acudió a comprarla, junto con un cubano, a un puerto de EE UU. Ese vehículo no fue utilizado porque los expedicionarios fueron descubiertos y detenidos en la ciudad de México, incluyendo a Fidel Castro. Se analizó la posibilidad de hacerlo en avión y se descartó el proyecto de hacerlo por vía aérea.
Narra El Cuate que en un viaje de norte a sur al pasar el río Tuxpan vio, desde la panga que servía para cruzar el río ante la falta de puente, un barco que atrajo su atención. Al estar ya del lado sur y margen izquierda del río fue a ver de cerca el barco. Estaba descuidado, requería de una reparación mayor. Investigó sobre los dueños. De regreso en la ciudad de México, buscó a los dueños y les ofreció comprarles el yate. Hubo acuerdo. Así Antonio del Conde se hizo dueño del Granma. Posteriormente en un viaje a Tuxpan para probar unas armas con Fidel Castro, éste se dio cuenta que El Cuate tenía en reparación el yate. Fidel le dijo: Sí usted me arregla ese barco, en ese barco me voy a Cuba. Ante la advertencia de El Cuate de que el barco estaba muy deteriorado, Fidel repitió la expresión. Así El Cuate asumió la misión inmediata y urgente de reparar el Granma para que los expedicionarios viajaran a Cuba.
El Cuate se enteró por voz de Fidel que no iría en el Granma. Que era más útil a la Revolución fuera de Cuba. Tuvo otras misiones y las cumplió a cabalidad. Intentó junto con un ex ministro cubano y un grupo de revolucionarios llegar a la isla. Iniciaron el viaje en un hidro-avión –Catalina- y tuvieron que acuatizar frente a la península de Yucatán. Estando náufragos fueron rescatados por un pesquero cubano y traídos a la costa mexicana.
Cuando ocurrió el triunfo de la Revolución Cubana, el 1º de enero de 1959, El Cuate purgaba una condena en una penitenciería texana por haber sido descubierto trasladando armas, acusado de no haber pagado el impuesto interestatal. Por gestiones de los líderes revolucionarios recién victoriosos salió de prisión.
El Granma sigue navegando es el lema de la conmemoración que cada año se hace en Santiago de la Peña, en Tuxpan, el 25 de noviembre. Y es el nombre del periódico del Partido Comunista de Cuba.
Conocí al autor, algún tiempo propietario del Granma, en 2008. He podido conversar con él. No es precisamente comunista, es católico. Fue excomulgado en 1956 por apoyar a los revolucionarios cubanos. Es abstemio. A los años que tiene ahora, tantos como Fidel Casto, sigue muy activo. Viaja en un vocho –automóvil Volkswagen- desde la ciudad de México a Tuxpan, él al volante. En la ciudad de México se desplaza en motocicleta. Su vida da para una gran película. Y para mí ha sido un honor escuchar sus relatos de parte de la historia de una de las revoluciones que marcaron un hito en el devenir de la humanidad.
Le agradezco a Antonio del Conde su dedicatoria, en el ejemplar de su libro que he leído:
Santiago de la Peña en Tuxpan, Ver. 25 de noviembre de 2010
Eleonaí Rivera:
Como hace un año, pero siempre, todos los días con la Revolución, estas líneas, parte de la historia México – Cuba, te las dedico. Revolucionariamente.
Antonio del Conde
“El Cuate”
El Embajador de la República de Cuba -Manuel Aguilera de la Paz- y Antonio del Conde -El Cuate- |
Título: Yate Granma
Autor: Antonio del Conde Pontones
Editorial: Edición del autor
Edición: Primera.
1 comentario:
Dicen que la victoria tiene muchos padres y para los que solo admiramos los hechos heroicos nos integra como si tuvieramos intervención directa, pero claro eso es romanticismo y tal vez celos de no haber sido participantes. Gloria a los heroes de la libertad Latinoamericana.
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