Una lluvia de billetes de denominaciones altas y bajas cayeron sobre la montaña en las cercanías del poblado de Chinconquiaco, en la Sierra Madre Oriental. La insólita lluvia sorprendió a los habitantes de los poblados cercanos. No se sabe cuántos de ellos alcanzaron a recoger parte de lo llovido en el amanecer de un día de otoño. La historia, parte inventada, es contada por Magno Garcimarrero. Partió para ello del relato que años antes escribió Alberto Flores en su columna habitual del semanario xalapeño Punto y Aparte.
Aunque el propósito de la obra no es la numismática, inicia con una descripción del papel moneda que circulaba en México a mediados del siglo XX. Algunos de esos billetes no los conocía, por la cantidad de ceros y la época. La descripción se acompaña de imágenes de esos billetes que tenían a La Tehuana el de diez, la Columna de la Independencia con su Victoria Alada el de un peso, la Gitana el de cinco, el retrato de perfil de Doña Josefa Ortíz estampado en los de veinte, los ojos de gringa –por azules- con la efigie de Ignacio Allende los de cincuenta, Miguel Hidalgo en sepia en los de a cien, el indomable Morelos con su paliacate en la cabeza en los de quinientos, en los de a diez mil el rostro de Matías Romero. La historia de este libro es la de uno de mil pesos con Cuauhtémoc.
Al amanecer del 16 de diciembre de 1949, un avión DC3 de Mexicana de Aviación que partió de la ciudad de México y con una primera escala en el puerto de Veracruz, no llegó a su primer punto de aterrizaje. La niebla del amanecer provocó una desviación del curso y la montaña detuvo súbitamente al aparato. Hubo un incendio parcial y roturas del fuselaje, por lo que algunas maletas se desprendieron y rompieron dejando su contenido al viento. Una o varias de esas maletas contenían un tesoro en billetes del Banco de México, 5 u 8 millones de pesos, no se supo con certeza cuánto. Los billetes, de los cuales algunos se quemaron total o parcialmente y otros se fueron a merced del viento intactos, fueron recogidos por los lugareños hasta que llegó la tropa que buscaba el avión, asegurando los que quedaban. Murieron todos los pasajeros y tripulantes.
Garcimarrero hace el ejercicio de seguir uno de esos billetes, de a mil. Ubica la moneda de papel en manos, bolsillos y carteras de varios personajes de la capital e istmo veracruzanos, hasta llegar a un singular personaje xalapeño, el licenciado Zayden. Y él decide montar una exposición numismática a la que concurren los descendientes de algunos de los poseedores temporales de los billetes que un amanecer cayeron del cielo, en medio de la niebla.
Hace varios meses leí el libro. Tuve la oportunidad de conversar del tema con Alberto Flores, quien lo refirió en Punto y Aparte. Me queda el pendiente conversar con el licenciado Zayden. La historia es singular. Hizo felices, por una riqueza momentánea e inesperada, a varios. Y a decir del autor, con algunos de esos billetes se compró la primera televisión que hubo en Xalapa. ¿Qué habría pasado sí los billetes caídos del cielo se hubiesen utilizado en la educación, construyendo alguna escuela, por ejemplo? Tal vez la televisión se vería de otra manera y no sería tan influyente en la conducta diaria.
La lectura se hace ágil por el lenguaje que utiliza el autor. Abogado, escritor, ex senador, bohemio y a veces comediante.
Título: Historia de un billete
Autor: Magno Garcimarrero
Editorial: Punto y Aparte
Edición: Primera, junio de 2011.
1 comentario:
Un anónimo dejó el siguiente comentario:
por favor me urge conseguir ese libro historia de un billete
El libro lo encontré en la librería Hyperión en Rayón No. 18 en el centro de Xalapa. Junto al Café-teatro Tierra Luna.
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