viernes, diciembre 09, 2011

Ser médico



Para Willly y Eli, hijos de un excelente médico
Para David, prospecto de excelente médico

La valoración de lo que representa y es un médico es muy tangible cuando el enfermo es algún familiar o uno mismo. Hace varias semanas, junto con otros familiares, viajamos detrás de una ambulancia. En la ambulancia uno de nuestros familiares acompañado de una doctora y de otra persona de la familia. Y así llegamos en la madrugada a la ciudad de México. Nuestro familiar fue internado enseguida en uno de los Centros Médicos Nacionales. Otros médicos lo examinaron, a él y a su expediente. Le hicieron otros exámenes y programaron la intervención. Ingresó al quirófano y salió de allí a las tres horas. Tuve la oportunidad de dialogar con él enseguida. Me dijo: me siento fuerte, estaba demasiado débil, sentí el bombazo de la sangre en todo mi cuerpo. La salud estaba recobrándose. Uno de esos días, en una de las aceras de las inmediaciones del Centro Médico, me encontré el libro del doctor Eduardo Césarman. Lo leí aquella ocasión de un solo tiro.

Este breve libro reproduce las palabras del eminente médico cuando ingresó a la Academia Mexicana de Medicina. Hace un recuento de su formación como médico en la antigua Facultad universitaria del centro histórico de la ciudad de México, en el edificio que fue de la santa inquisición –donde por cierto estudió Manuel Acuña en el siglo XIX-. Comparte el doctor Césarman sus vivencias en el desarrollo de la medicina en México. Como se ha ido transformando la atención médica. La cercanía que inicialmente había entre el médico y el enfermo. Paciente, porque hay que tener paciencia para aliviarse.

Identifica algunas deformaciones en el servicio médico. Se tienen influencias de los laboratorios que producen los medicamentos y de las empresas que venden seguros de gastos médicos. Subraya el médico la relevancia de que los servicios de salud estén a cargo de instituciones del Estado, para que éstos no sigan siendo una mercancía más del entorno capitalista y que solo están al alcance de quienes tienen recursos para pagarlos, privando de ellos a muchos mexicanos sin recursos suficientes.

Tuve la oportunidad de conocer de cerca la formación de un médico. Mi hermano mayor –Eliab, hoy hubiese cumplido 56 años- fue un excelente médico. De él solo conservamos sus tres títulos, el de médico general y los de sus dos especialidades, éstos últimos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y la memoria de su dedicación al estudio y a la atención de la salud de otros. Recuerdo una media plana en uno de los diarios de una ciudad del norte del país con el agradecimiento de uno de sus pacientes y su familia por lo que hizo por él, por la recuperación de su salud.

Y tenemos otra oportunidad de la vida. Otro médico en la familia, mi hijo mayor –David-. Habiendo ejercido su profesión en su consultorio, en pocas semanas iniciará su especialización. Llegará a ser un excelente médico. Así lo pienso, para la atención de algunos infantes, muchos. Ya será.

Cuánto les debemos como sociedad a los médicos. Algunos la salud, otros piensan que la misma vida.


Título: Ser médico
Autor: Eduardo Césarman
Editorial: Miguel Ángel Porrúa
Edición: Primera, mayo de 1992.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando hacía mi Residencia médica en Radiodiagnóstico en la Ciudad de México tuve la oportunidada de comprar ese libro del Dr. Césarman en la librería del Palacio de Bellas Artes. Pequeño, edición rústica...pero me llenó de un humilde pero firme orgullo por pertenecer a ese gremio, tan bello pero tan mal entendido actualmente, incluso por los propios Médicos. Entrañable lectura.